¿Intercede María por los Cristianos?

Resumen

¿Tiene María un rol en el cielo mediando por nosotros? ¿Intercede por nosotros en la oración o en nuestra salvación?

Se argumenta que “María es la criatura más cercana a Dios”. Además, se dice que, “aunque Cristo es el mediador de toda gracia entre Dios y la creación, María es la mediadora de toda gracia entre Cristo y la humanidad. Por consiguiente, María es una intercesora poderosa para todos los que vienen a ella”.[1] Pero como hemos visto en otro artículo, María no es divina y no se la debería considerar como tal.[2] Si ella no es divina, ¿es el ser humano más cercano a la Deidad? ¿Tiene un rol activo en el cielo, intercediendo por los cristianos? ¿Intercede por nosotros en la oración, o tiene un efecto en nuestra salvación?

María no está más cerca de Dios que ninguna otra persona en el pasado o presente.

Con referencia a la Deidad, la Biblia menciona solamente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo (Mateo 28:19; cf. Mateo 3:16-17; Juan 10:30; 17:21; Hechos 5:3-4). No hay mención de María en este contexto. La idea de que María intercede por los cristianos desde el cielo—el lugar donde Dios y Sus ángeles residen (Deuteronomio 10:14; 26:15; 1 Reyes 8:27,30), es una tradición. El cielo es un lugar reservado para todos los siervos fieles de Dios desde el principio del tiempo (cf. Juan 14:1-3), pero solamente después de la Segunda Venida de Cristo y el Juicio Final llegará a ser el hogar de los fieles, vivos y muertos (Mateo 25:31-46; 1 Tesalonicenses 4:13-18).

En Lucas 16:19-31, Jesús explicó que los muertos (salvos y perdidos) van a un lugar llamado “hades” (16:23, hebreo sheol)—un lugar espiritual de espera que separa la consolación de los justos (referida como “paraíso”, cf. Lucas 23:43) del tormento de los impíos. En el hades, los justos comienzan a disfrutar el gozo que les espera en la eternidad, mientras que los impíos comienzan a experimentar parte del sufrimiento que les espera. El hades no es el lugar de morada de Dios; Dios mora en el cielo. María, junto con Abraham y otros siervos fieles del pasado, está esperando en el hades hasta que los muertos sean entregados, cuando el Señor regrese a juzgar a cada hombre y mujer según sus obras (Apocalipsis 20:13). En este reino espiritual que precede al cielo, no hay nada que los que están allá puedan hacer por los que están acá (Lucas 16:27-31).

María no recibió el don de la intercesión.

Se usa el título “Intercesora de los Santos” para María, pero en ningún lugar de la Biblia se aplica este título a ella. “Intercesión” significa “hacer petición o rogar a Dios a favor de alguien”.[3] Hay dos áreas espirituales en las cuales los cristianos necesitan intercesión: la salvación y la oración. Si María es ahora, o ha sido antes, “Intercesora de los Santos”, debe haber evidencia clara en la Escritura.

En cuanto a la salvación, el apóstol Pedro señaló firmemente que “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre [el de Cristo] bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Pablo escribió: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5). El escritor de Hebreos añadió: “[P]or lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo [Jesús] siempre para interceder por ellos” (7:25). Jesús es el único Mediador (Intercesor) entre Dios y el hombre, y Él vive continuamente para interceder por aquellos que vienen a Dios.

¿Pero qué acerca de la oración? ¿Intercede María en las oraciones de los cristianos? No, no lo hace. Esta intercesión también pertenece a Jesús. Cuando Jesús dio la oración modelo a Sus discípulos (Mateo 6:9), no enseñó a orar a María o a través de María; pero el catolicismo moderno ha creado la oración el “Ave María” con las siguientes palabras: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”. En Juan 14:13-14, Jesús declaró: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (cf. Juan 16:24). Jesús es el único que puede mediar o interceder en nuestras oraciones, ya que “todo lo que tiene el Padre es [de Él]” (Juan 16:15). Si todas las cosas que el Padre tiene son del Hijo, ¿qué parte le pertenece a María?

También se argumenta que la prerrogativa de intercesión que se otorga a María viene del hecho que ella “intercedió” ante Jesús a favor de una familia en una boda en Caná cuando el vino se acabó durante la celebración (Juan 2:2-3). Se ha usado extensamente esta pizca de argumentación simple, solitaria y pequeña. Al ir a Jesús con una petición de ayuda, María no estuvo interviniendo a favor de las necesidades espirituales de nadie; ella simplemente estuvo reportando la situación a Jesús. Considere la respuesta de Jesús: “¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora” (Juan 2:4). Con estas palabras, Jesús enfatizó que los asuntos de María no dictaban Sus acciones. Lo que sea que Él hiciera en Caná ese día sería según la voluntad de Dios, no debido a influencias o deseos humanos o maternales.

Si la situación en Juan 2 establece a María como “Intercesora de los Santos”, ¿qué se pudiera concluir de Mateo 8:5-13 y otros pasajes que relatan circunstancias similares? En Mateo 8, un centurión “intercedió” ante Jesús a favor de su siervo que estaba postrado en cama, paralizado y atormentado grandemente. Al ver la fe del centurión, Jesús realizó un milagro, curando al siervo enfermo. ¿Se debería considerar a este centurión como el “Intercesor de los Paralíticos, Enfermos y Atormentados”? ¿Deberían los paralíticos, o cualquier persona que sufre alguna dolencia física o mental, orar a este hombre de gran fe, pidiéndole que interceda ante Dios a favor suyo? [La Biblia también condena el hecho de invocar a los muertos (cf. Deuteronomio 18:10-13; 1 Crónicas 10:13-14; Isaías 8:19)]. Ni este centurión, ni Abraham, ni María, ni nadie más—vivo o muerto—es mediador ante el trono de Dios a favor del cristiano fiel, excepto Jesucristo mismo.

Como todo hombre y mujer, María necesitó intercesión.

En Lucas 1:47, María alzó su voz y declaró: “Mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”. Si ella tenía un Salvador, entonces necesitaba salvación; y si necesitaba salvación, entonces también necesitaba al único Intercesor de la salvación: Jesucristo (Hebreos 7:25). Por ende, la condición de María no fue diferente a la condición de cada ser humano antes o después de ella. Ella pecó (Romanos 3:23), y necesitó al único Intercesor que podía reconciliarla con el Padre (2 Corintios 5:18-19; Colosenses 1:20). Así como Jesús “intercedió” a favor de María antes de Su muerte para garantizar la satisfacción de sus necesidades físicas (Juan 19:26-27), intercedió a favor de ella para garantizar la satisfacción de sus necesidades espirituales. María no puede interceder por ningún cristiano ya que ella misma necesitó intercesión.

Finalmente, aunque se manda que los cristianos oren los unos por los otros (1 Tesalonicenses 5:25; Hebreos 13:18; Santiago 5:16), Jesús es nuestro único Mediador en la oración. A través de Él recibimos la respuesta de nuestras oraciones.

Referencias

[1] Zoltan, Abraham (1994), “Una Guía Detallada para el Rosario de Nuestra Señora” [“A Detailed Guide to Our Lady’s Rosary”], Blessed Trinity Catholic Church, http://www.blessedtrinityorlando.org/rosary.html, énfasis añadido.

[2] Pinedo, Moisés (2017), “¿Es María la Madre de Dios?”, EB Global, https://www.ebglobal.org/articulos-biblicos/es-maria-la-madre-de-dios.

[3] Cf. Vine, W.E. (1999), Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento Exhaustivo (Colombia: Caribe), 2:462.