Genio en una lámpara

Resumen

Mucha gente trata a Dios como si fuera un genio que debe cumplir todos sus deseos. Nosotros debemos darle un mejor trato.

Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye (1 Juan 5:14).

¿Cuán maravilloso sería tener un genio en una lámpara? Usted pudiera dejar a su genio en su lámpara hasta que deseara algo de él. Una vez que pensara en algo, pudiera sacar la lámpara, frotarla y esperar que el genio aparezca para darle a conocer sus demandas, y el genio entonces debería cumplir sus deseos. ¿Cuál sería su requerimiento? ¿Cuán frecuentemente sacaría a su genio de su lámpara para satisfacer sus deseos? Tal vez piense que es una pérdida de tiempo pensar en tales fantasías como genios en lámparas, pero hay una aplicación espiritual al respecto.

Mucha gente trata a Dios como si Él fuera su genio personal. Ellos esperan que Él esté escondido, sin decir nada, hasta que ellos necesiten algo de Él. Mucha gente mundana ni siquiera piensa en Dios hasta que algo sale mal. Alguien no ha adorado o servido a Dios de ninguna manera en cincuenta años, pero cuando llega el tiempo de la enfermedad de un ser querido o algún otro problema, tal persona comienza a orar y buscar la oración de otros. ¿Estaría tal persona, que trata a Dios de tal manera, dispuesta a actuar en favor de otra que lo trata así? Tal vez usted conozca a una persona que no llama ni visita sino hasta que se presenta una necesidad. ¿Le emociona verla llegar para aprovecharse de su carácter benévolo? Esto también se aplica a Dios, y Él claramente indica la manera en que considera las oraciones de tales personas incrédulas (Job 27:8-9; Salmos 34:15-17; Proverbios 15:29; Jeremías 11:9-11; Miqueas 3:4; 1 Pedro 3:10-12).

Nosotros podríamos pensar que nunca llegaremos a tratar a Dios de tal manera. Sin embargo, probablemente hemos sido culpables de esto en algún momento. Realmente hacemos esto al orar en conflicto con el plan y propósito de Dios. Primero, considere cuán frecuentemente Dios quiere escuchar nuestras oraciones. En Lucas 18:1-8, Jesús habló de una viuda persistente en su búsqueda de justicia. El juez que debía hacerle justicia de su adversario fue descrito como alguien «que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre» (vs. 2). Obviamente, convencerlo a actuar no era una tarea fácil, pero ella fue tan persistente que finalmente él accedió. La implicación en cuanto a Dios es que, si el juez injusto fue convencido a actuar debido a la insistencia de ella, Dios tendrá una disposición mayor a favor de Sus hijos. El propósito de la parábola de Jesús es revelar «la necesidad de orar siempre, y no desmayar» (vs. 1). Pablo escribió: «Orad sin cesar. Dad gracias en todo» (1 Tesalonicenses 5:17-18). ¿Cuán frecuentemente oramos cuando no necesitamos nada?

Dios no solamente demanda oraciones frecuentes, sino también oraciones adecuadas. Debemos considerar dos elementos en nuestras oraciones: (1) Nuestras oraciones deben revelar gratitud ante Dios, y (2) nuestras oraciones deben desear la voluntad de Dios en todas las cosas. En las enseñanzas sobre la oración, se enfatiza el punto central de la gratitud y la alabanza a Dios (Mateo 6:9; Filipenses 4:6; 1 Tesalonicenses 5:18; 1 Timoteo 2:1). La próxima vez que ore, considere la frecuencia de la gratitud en comparación a la frecuencia de la petición. Considere cuidadosamente el motivo de cada petición. Después que Jesús exaltó las virtudes de Dios, inmediatamente guio la oración a la búsqueda del reino de Dios y Su voluntad en la tierra (Mateo 6:10). Después de una única petición material, enfatizó el deseo de que se haga la voluntad de Dios en la vida personal (vss. 12-15). Jesús deseó que se hiciera la voluntad de Dios más que se Le librara de la agonía de la muerte (Mateo 26:39, 42). Está bien orar por el bienestar físico (cf. 3 Juan 2), pero debemos hacer de la glorificación de Dios en nuestras vidas el propósito central de todas nuestras peticiones.

Asegurémonos de tratar a Dios como nuestro Señor, no como nuestro genio personal.