El Sentido Común, los Milagros y la Edad Aparente de la Tierra

Para mucha gente, la Tierra luce extremadamente antigua—no de una edad de cientos o miles de años, sino de millones y miles de millones de años. Cuando tales personas escuchan que los creacionistas hablan de una “Tierra joven” que solamente tiene unos pocos miles de años, se deben preguntar cómo se pudiera sostener ese punto de vista. “¿Cómo pudiera alguien mirar a la Tierra y pensar que fue creada menos de 10,000 años atrás?”. Aparte de su confianza en la suposición incorrecta (y frecuentemente contradictoria) basada en los métodos de datación radiométrica, los evolucionistas simplemente creen que la Tierra luce muy antigua. Las rocas, montañas y cañones de la Tierra les dan la impresión que la Tierra debe tener miles de millones de años.

LA DEMANDA DE LA EVOLUCIÓN

Se debe admitir que la teoría evolucionista demanda una Tierra antigua. Como el evolucionista Michael Le Page admitió en 2008, “Una Tierra antigua…sería un problema para la evolución, ya que la evolución por selección natural requiere vastas cantidades de tiempo—‘tiempo intenso’—como Darwin se dio cuenta” (198[2652]:26, énfasis añadido). Él continuó admitiendo claramente que una de las principales “clases de hallazgos…que pudiera haber falseado a la evolución…es una Tierra joven” (p. 26). Ya que es cierto que una Tierra joven sería un golpe letal para la teoría de la evolución, entonces no es una sorpresa que los evolucionistas no puedan evitar ver a la Tierra como muy antigua. Incluso si no siempre tuvieran una impresión antigua de la Tierra, la teoría de la evolución demanda tal enfoque en cuanto a nuestro planeta, de otra manera se debería abandonar toda la teoría de la evolución. [NOTA: Se debería abandonar la teoría de la evolución de todas formas ya que es imposible—sea que la Tierra fuera joven o antigua. Además, hay muchos métodos de datación que sostienen una Tierra joven (vea Humphreys, 2005)].

LA DEFINICIÓN DE “ANTIGUO”

¿Cómo se pudiera saber la manera en que luce una Tierra de miles de millones de años? Los seres humanos “antiguos” pueden ser identificados precisamente como “antiguos” (1) porque se puede conocer sus fechas de nacimiento (i.e., gente atestiguó sus nacimientos y les dieron partidas de nacimiento), y (2) posiblemente debido a que se puede comparar sus apariencias con personas adultas y jóvenes. Esto también se aplica a los animales y las plantas. La gente puede saber cuándo nacieron varios animales y cuándo se plantó un árbol. ¿Pero qué acerca de la Tierra como un todo? Nadie estuvo vivo cuando este u otro planeta “nació”. Nadie estuvo presente en la Tierra para ver la formación de la primera roca, montaña o cañón. ¿Cómo pudiera alguien decir racionalmente, “La Tierra luce como si tuviera miles de millones de años”? ¿Antigua comparada a qué?

LA EDAD APARENTE Y LA GRAN CATÁSTROFE

La gente que sostiene que la Tierra parece tener miles de millones de años también debe descartar la posibilidad real que pudieran haber ocurrido catástrofes en el pasado que hubieran cambiado drásticamente la apariencia de la Tierra. Muchos han atestiguado que terremotos, inundaciones locales, volcanes, etc. han alterado radicalmente la apariencia de ciertos lugares de la Tierra (e.g., El Volcán St. Helens y el Lago Spirit en los Estados Unidos). Considere que un árbol que ha sido golpeado por un relámpago o que ha sido dañado por una inundación puede lucir mucho más antiguo de lo que es. A menudo las rocas ígneas que se forman recientemente de los volcanes parecen antiguas. Una persona que tiene 20 años y que sufre quemaduras severas puede lucir como si tuviera más edad—tal vez dos o tres veces su edad. En realidad, los cristianos interpretan correctamente la Tierra basados en el hecho que solamente unos pocos de miles de años atrás, Dios alteró sobrenaturalmente la apariencia de la Tierra al causar que “todas las fuentes del grande abismo” se rompieran y que “las cataratas de los cielos” se abrieran, trayendo lluvia “sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches” (Génesis 7:11-12; cf. Salmos 104:6-8). Se puede explicar fácilmente y racionalmente todo el petróleo, las capas de carbón, los cementerios fósiles, etc. en la Tierra (lo cual muchos consideran como evidencia de una Tierra antigua) al calificar tales factores como un resultado del Diluvio global del tiempo de Noé (Génesis 6-8; vea Whitcomb y Morris, 1961). En pocas palabras, incluso si se pudiera probar que “la Tierra luce muy antigua”, los evolucionistas todavía no pudieran negar racionalmente que tal apariencia pudiera ser el resultado de una o más catástrofes severas. 

MADUREZ MILAGROSA

El hecho que la Tierra parecía más antigua de lo que realmente era al momento de su creación es perfectamente lógico a la luz de la naturaleza de los milagros de Dios. Cuando Jesús convirtió milagrosamente agua en vino, no plantó una vid, esperó que las uvas crecieran durante los años y luego las cosechó. Él obvió este proceso normal cargado de tiempo e instantáneamente creó una bebida extremadamente agradable (Juan 2:1-10). Cuando Jesús alimentó a miles de hombres, mujeres y niños con solamente cinco panes y dos peces (Mateo 14:13-21), no hizo la gran cantidad de panes después de plantar el trigo, esperar meses que creciera y luego cosecharlo, trillarlo, molerlo y hornearlo. Otra vez, Jesús obvió el proceso natural prolongado y creó milagrosamente el pan. De manera similar, Dios hizo una creación madura. Hizo el “árbol de fruto” (Génesis 1:11), no solamente una semilla que finalmente crecería hasta convertirse en un árbol de fruto. Creó “toda ave alada” (Génesis 1:21), no huevos de los cuales las aves salieran muchos días después. Creó a un hombre adulto capaz de caminar, hablar, trabajar y procrear (Génesis 1:26-2:25). Dios hizo milagrosamente una creación madura.

LUZ “MADURA”

Ciertamente uno de los milagros más impresionantes que desafiaron el tiempo fue la creación de Dios de los cuerpos celestes en el cuarto día. Dios había creado previamente la luz (luz intrínseca) en el primer día de la Creación; en el cuarto día hizo los generadores de luz. [NOTA: tenga en cuenta que el “Padre de las luces” (Santiago 1:17), Quien es “luz” (1 Juan 1:5), pudiera haber creado fácilmente luz sin primero tener que crear el Sol. Así como Dios pudo crear un árbol de fruto en el tercer día sin una semilla, pudo producir luz sobrenaturalmente en el primer día sin los portadores “comunes” de luz]. Ya que la luz viaja aproximadamente a seis billones de millas por año, y ya que se estima que algunas estrellas están a 15,000 millones de años de distancia, los evolucionistas suponen que el Universo debe tener al menos 15,000 millones de años de edad. De otra manera, ¿cómo pudiéramos ver la luz de las estrellas que están tan lejos?

Otra vez, la respuesta (o al menos, una gran parte de la respuesta) para este supuesto acertijo tiene que ver con el hecho que Dios realizó un milagro asombroso en la Creación. Cuando Dios creó los cuerpos celestes (los generadores de luz) en el cuarto día de la Creación, simultáneamente (¡y sobrenaturalmente!) hizo que sus luces aparecieran en la Tierra. La luz, que naturalmente tomaría grandes cantidades de tiempo para llegar a la Tierra, milagrosamente llegó a la Tierra en un instante. Así como Dios dijo en el primer día, “Sea la luz; y fue la luz” (Génesis 1:3), en el cuarto día dijo, “Haya lumbreras en la expansión de los cielos… Y fue así” (1:14-15). Dios creó estas luces “para alumbrar sobre la tierra” (1:15,17) y “para separar el día de la noche” (1:14,18). Dios también las fijó en los cielos para servir “de señales para las estaciones, para días y años” (1:17,14, énfasis añadido). Dios tuvo un propósito al crear los cuerpos celestes, y Él los hizo para que el hombre se beneficiara de ellos sin tener que esperar largos periodos de tiempo para que la luz alcanzara la Tierra.

La luz de las estrellas no tuvo que viajar durante 15,000 millones de años antes que alcanzara la Tierra. Cuando Dios hizo a Adán y Eva dos días después de Su creación de los cuerpos celestes, la primera pareja se benefició inmediatamente de la creación milagrosa de Dios de la luz de las estrellas. La primera pareja no dormía bajo cielos sin estrellas esperando que la luz de las estrellas distantes alcanzara la Tierra. Dios creó por medio de Su palabra las estrellas y sus rayos. De la misma manera en que Dios creó árboles completamente crecidos en un día (los cuales si se los cortara tuvieran docenas o cientos de anillos), Dios hizo que la luz de las estrellas distantes apareciera instantáneamente. De hecho, si se considera la naturaleza de los milagros de Dios en la Creación, una estrella que puede “parecer” extremadamente antigua, realmente tiene solo unos pocos de miles de años de edad. [NOTA: Está fuera del ámbito de este artículo responder a cada objeción en cuanto a la luz de las estrellas y el tiempo. Varios científicos han presentado explicaciones creacionistas plausibles en cuanto a las fluctuaciones en la luz de las estrellas, la formación de las supernovas, etc. (vea Norman y Setterfield, 1987; Humphreys, 1994). El físico evolucionista João Magueijo (2003) incluso ha propuesto que la velocidad de la luz no es una constante].

CONCLUSIÓN

El hecho que la Tierra y el Universo puedan parecer más antiguos de lo que son de ninguna manera confirma el caso para la evolución. En realidad, las Escrituras revelan que el milagro de una creación madura y el cataclismo del Diluvio son explicación adecuadas para la percepción de una “Tierra antigua”.

Referencias

Humphreys, Russell (1994), La Luz de las Estrellas y el Tiempo [Starlight and Time] (Colorado Springs, CO: Master Books).

Humphreys, Russell (2005), “Evidencia para un Mundo Joven” [“Evidence for a Young World”], Institute for Creation Research, http://www.icr.org/article/evidence-for-young-world/.

Le Page, Michael (2008), “Evolución: La Guía Fundamental para una Teoría Hermosa” [“Evolution: The Ultimate Guide to a Beautiful Theory”], New Scientist, 198[2652]:24-33, 19 de abril.

Magueijo, João (2003), Más Rápido que la Velocidad de la Luz [Faster Than the Speed of Light] (Nueva York: Perseus).

Norman, Trevor y Barry Setterfield (1987), El Reporte Técnico de las Constantes Atómicas, la Luz y el Tiempo [The Atomic Constants, Light, and Time, Technical Report] (Menlo Park, CA: Stanford Research Institute International).

Whitcomb, John y Henry Morris (1961), El Diluvio de Génesis [The Genesis Flood] (Grand Rapids, MI: Baker).