Una limosna adecuada

Se cuenta que una vez Alejandro el Grande estaba pasando por un camino cuando un mendigo le pidió limosna. El hombre era pobre y desamparado, y no tenía nada que demandar del conquistador; ni siquiera tenía el derecho de extender su mano ante él. Sin embargo, el conquistador le dio varias monedas de oro.

Un cortesano quedó asombrado por la generosidad, y comentó: «Mi Señor, monedas de cobre hubieran sido adecuadas para satisfacer las necesidades de un mendigo. ¿Por qué se le debería dar monedas de oro?».

Alejandro el Grande respondió con tono real: «Las monedas de cobre serían adecuadas para satisfacer las necesidades de un mendigo, pero solamente las monedas de oro son adecuadas para satisfacer la caridad de un rey».

—Autor Desconocido