Todo lo que importa

Una noche una casa comenzó a incendiarse, y un niño en el segundo piso tuvo que salir por la ventana hasta una parte del techo. Ya que las llamas avanzaban, el padre del niño se paró abajo, extendiendo sus brazos, y dijo a su hijo que saltara, pero el niño estaba atemorizado. El padre continuó rogando: «¡Hijo, salta por favor! ¡Yo te recibiré en mis brazos!». El padre sabía que su hijo debía saltar para salvar su vida, pero todo lo que el niño podía ver era fuego y humo. Él niño finalmente gritó: «¡Papá, no puedo verte!». El padre entonces respondió: «Pero yo puedo verte, y eso es todo lo que importa».

—Autor Desconocido