“Culpable”

Se cuenta que el Rey Federico II de Prusia (siglo XVIII) visitó una prisión de Berlín, donde todos los prisioneros, excepto uno, trataron de probar que habían sido encarcelados injustamente. El único que no trató de hacerlo se sentó silenciosamente en una esquina, mirando al resto que protestaba por su inocencia. El rey le preguntó por qué estaba encarcelado. Él respondió: “Hurto a mano armada, su excelencia”. El rey preguntó: “¿Fue culpable?”. Él respondió: “Sí, señor. Merezco mi castigo”. El rey entonces ordenó a un guardia: “¡Libere a este hombre culpable; no quiero que corrompa a toda esta gente inocente!”.

—En McCullough, Donald (1998), Di Por Favor, Di Gracias [Say Please, Say Thank You] (Nueva York: Berkley), p. 278.