Conserve Su Tenedor

Una mujer fue diagnosticada con una enfermedad terminal, y se le dio solamente tres meses de vida. Ella pidió que el predicador fuera a su casa para hablar de su funeral. Le dijo qué canciones quería que se cantara en el servicio, qué escrituras se leyera y qué vestido se le pusiera para su sepelio. También requirió que se la sepultara con su Biblia favorita. Cuando el predicador se preparaba para salir, ella recordó algo más. “Tengo otra petición”, dijo emocionada. “¿Cuál?”, respondió el predicador. Ella dijo: “Esto es muy importante. Quiero que me sepulten con un tenedor en la mano derecha”. El predicador la miró, sin saber qué decir. “¿Le sorprende eso?”, preguntó. “Honestamente, estoy intrigado”, respondió el predicador. La mujer entonces explicó: “En todos los años que he asistido a las confraternidades de la iglesia y las comidas que hacemos, siempre recuerdo que cuando los platos estaban casi vacíos, alguien me susurraba al oído y decía: ‘Conserva tu tenedor’. Esa era mi parte favorita, ya que sabía que había algo mejor…como torta de chocolate o pastel de manzana. ¡Algo delicioso! Así que quiero que cuando la gente vea un tenedor en mi mano en el ataúd, y le pregunten, ‘¿Qué significa ese tenedor?’, usted les diga: ‘Ella creía que lo mejor todavía estaba por venir’”.

—En “Conserve Su Tenedor” (2010), De Casa a Casa, 15[5]:3.