¿Qué constituye un buen liderazgo?

Resumen

Muchas veces se define el liderazgo según la perspectiva social, pero la Biblia muestra lo que Dios requiere del líder.

Algunas veces podemos sentir la tentación de definir a un buen líder al responder preguntas como las siguientes:

  • ¿Qué clase de educación tiene tal persona?

  • ¿Cuál es su posición y profesión en la vida?

  • ¿Cuán popular es?

  • ¿Ha ganado mucho dinero?

  • ¿Tiene muchos seguidores?

Piense de manera general en los líderes de la Biblia y pronto tal lista será descartada completamente. En vez de usar la sabiduría del mundo, considere la sabiduría del Dios todopoderoso para poder entender mejor lo que se requiere del líder.

El principio de la excelencia: el carácter

Este es el área más crítica de la vida de aquel que busca ser un líder para el Señor. Se puede ver claramente que se requiere esto cuando se considera los requisitos de los ancianos, como el dominio propio, el comportamiento respetuoso, la actitud apacible y la generosidad en las cosas materiales (vea 1 Timoteo 3:1-7). Se presenta requisitos similares para los diáconos (1 Timoteo 3:8-13). De igual manera, Pablo instruyó al joven predicador Timoteo a ser «ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza» (1 Timoteo 4:12).

El carácter no solo importa, sino ¡también importa mucho! Desde luego, todo cristiano debe esforzarse en desarrollar un carácter piadoso; y en el caso de los líderes, la eficacia de su liderazgo dependerá grandemente de su carácter.

El principio de la dirección: la mansedumbre

¿Por qué la mansedumbre? Piense en esto al considerar la siguiente pregunta: ¿Quién fue el más grande líder en el Antiguo Testamento? La respuesta es un poco subjetiva, pero muchos estudiantes de la Biblia responderían: «Moisés», y sería difícil refutar tal respuesta. ¿Recuerda qué dice la Escritura en cuanto a Moisés? ¡Números 12:3 hace referencia a él como el hombre más manso de toda la tierra! (Para ver un ejemplo de su mansedumbre, lea Números 11:26-30). ¿Quién fue el más grande líder en el Nuevo Testamento? ¡Jesús! En Mateo 11:29, Jesús Se describió a Sí mismo como «manso y humilde de corazón».

Se ha definido la «mansedumbre» como el «poder bajo control». La mansedumbre hace referencia a la restricción de uno mismo (de lo que se dice o hace), no solo por el bien del carácter personal, sino también por el bien (mayor) de la influencia piadosa en otros para el crecimiento del reino. ¡La falta de mansedumbre siempre hace daño al reino de Dios!

El principio de la instrucción: la verdad

Otra vez, debemos recordar los requisitos de los ancianos. Pablo señaló que cada anciano debe ser «retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen» (Tito 1:9). ¡Los líderes aman la verdad! Jesús dijo que Su Palabra es verdad (Juan 17:17). Es imposible amar a Jesús y no amar lo que Él dice. El buen líder busca la verdad inalterada para sí mismo y otros, y no se encoje de hombros en frente de la oposición. Él sabe que la verdad de Dios es la única verdad (Juan 14:6).

Es cierto que se puede escribir más en cuanto a lo que constituye un buen liderazgo, pero estos principios bosquejan de manera general lo que se requiere en este aspecto. Honremos al Señor al acoger y crecer en estas áreas críticas del liderazgo.