El Mejor Amigo que Jamás Tuve

Resumen

Jesús, el mejor Amigo que el hombre pueda tener, ha dado Su vida por usted y ahora le extiende la invitación de salvación.

En la Guerra Civil, se ordenó que se fusilara en el acto a una banda armada llamada la “Banda de Quantrill”. Se les prendió después de quemar un pueblo en Iowa. Se les vendó los ojos, se les ató y se les puso en fila en frente de un gran hoyo que se había cavado como zanja de sepultura.

Justo cuando el pelotón de fusilamiento estaba listo para la ejecución, un joven salió de los arbustos y gritó: “¡Paren!”. Dijo al comandante de la cuadrilla que él era culpable como los demás, pero que había escapado y venido por voluntad propia. Luego señaló a un hombre en la fila y pidió tomar su lugar.

El joven dijo: “Yo soy soltero, pero él tiene esposa e hijos”. El joven fue vendado y atado mientras que el otro fue liberado. Cuando las armas resonaron, el joven cayó muerto.

Mucho tiempo después, en un cementerio en Missouri, un hombre vio que otro lloraba, dando forma a un sepulcro. Él preguntó quién estaba enterrado allí.

El otro hombre respondió: “El mejor amigo que jamás he tenido”. Luego contó la historia anterior, y añadió que no se había marchado lejos, sino que había regresado a pedir el cuerpo de su amigo para enterrarlo adecuadamente. Había traído un ramo de flores marchitado desde su casa para ponerlo en el sepulcro. Él era pobre, y solamente había colocado una losa de madera en la tierra moldeable con estas palabras: “Él murió por mí”.

En un nivel menor, esto ilustra lo que Jesús hizo por nosotros. Tomó nuestro lugar en el Calvario para que podamos vivir. Aunque era inocente, estuvo dispuesto a recibir el castigo de nuestros pecados (2 Corintios 5:21).

La humanidad en general está perdida (Romanos 3:9,23; 1 Juan 5:19). Por tanto, todos los hombres tienen la misma necesidad: un Salvador. ¿Cómo pueden ser salvos los hombres?

  • El hombre no puede salvarse a sí mismo (Jeremías 10:23).

  • La plata y el oro no pueden salvar (1 Pedro 1:18-19).

  • Los sacrificios de animales no pueden hacerlo (Hebreos 10:4).

  • Los ángeles no pueden hacerlo (Gálatas 1:8; Hebreos 1:5-7).

Entonces, ¿cómo puede el hombre ser salvo? La Biblia es un libro acerca de la salvación. En las Escrituras, se encuentra la palabra “salvar” (en sus varias formas) 338 veces. No se puede leer una gran parte del Nuevo Testamento sin encontrarse con la solución de Dios para el dilema del hombre. El primer capítulo de Mateo declara: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).

Así que, cuando María cargó por primera vez a ese hermoso Bebé, no se preocupó de cómo Le llamaría. Su Padre (no Su padrastro) había decidido llamarle Jesús. Él envió un mensajero al perplejo José para llamar “Jesús” al Niño (Mateo 1:18-21). Los apóstoles después afirmaron: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

La Pregunta

Se puede encontrar la pregunta “¿Qué debo hacer?” con referencia a la salvación tres veces después de la cruz de Cristo.

  • El carcelero de Filipos sacó a Pablo y Silas de la cárcel y dijo: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30).

  • Los judíos en Pentecostés “se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?” (Hechos 2:37).

  • Saulo de Tarso preguntó: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (Hechos 9:6).

Las Respuestas

De manera interesante, a cada uno se le dio una respuesta diferente.

  • Al carcelero, se le dijo: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:31).

  • Las personas en Pentecostés escucharon: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).

  • El Señor dijo a Saulo: “Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer” (Hechos 9:6). Cuando el predicador llegó, le dijo: “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22:16). (En Hechos, se registra tres veces la conversión de Saulo: en el capítulo 9, donde sucedió históricamente; en el capítulo 22, cuando Pablo hizo su defensa en Jerusalén después de ser arrestado y casi muerto; y en el capítulo 26, cuando Pablo la relató al Rey Agripa).

La Enseñanza

La Biblia usa la frase “obedecer al Evangelio” (cf. Romanos 10:16; 2 Tesalonicenses 1:8), lo cual implica que el Evangelio contiene mandamientos. Como podemos ver en estos ejemplos, incluye:

  • oír (Romanos 10:17);

  • creer (Marcos 16:15-16);

  • arrepentirse (Hechos 2:38; 17:30; Romanos 2:4);

  • confesar a Cristo (Romanos 10:9-10); y

  • ser bautizado (Marcos 16:15-16).

¿Requiere Dios menos o más de algunos que de otros? No. Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34-35). Pero los mandamientos de Dios comienzan desde el punto en el cual el hombre se encuentra.

Suponga que está viajando a Nashville, Tennessee, desde Birmingham, Alabama. Usted se detiene para preguntar direcciones. Se le dice que “tome la Interestatal 59 a Chattanooga y luego la 24 Norte”. Así que comienza su viaje y llega hasta Rising Fawn, Georgia. Se detiene a comprar gasolina y pregunta: “¿Cómo llego a Nashville?”. ¿Diría el cajero: “Necesita regresar a Birmingham y tomar la Interestatal 59, ir a Chattanooga y tomar la 24 Norte”? No. Las direcciones comenzarían desde el lugar en que se encuentra, no desde donde comenzó.

En el caso del carcelero, él era un pagano que nunca había oído de Jesús. Él necesitaba comenzar desde el principio, lo cual es aprender en cuanto a Cristo. No se le dijo que “solamente” creyera en Jesús, sino también “le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa” (Hechos 16:32). ¿Qué se le dijo? Teniendo en cuenta el contexto, la enseñanza incluyó el arrepentimiento y el bautismo. Sabemos esto porque “él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas [evidencia de su arrepentimiento]; y en seguida se bautizó él con todos los suyos”. Note que ellos ni siquiera esperaron hasta la mañana para realizar el bautismo.

En el caso de los de Pentecostés, ellos ya estaban convencidos de que Jesús era el Hijo de Dios, razón por la cual hicieron la pregunta. Así que necesitaban comenzar en el punto del arrepentimiento y continuar con el bautismo, y eso es exactamente lo que Pedro les dijo que hicieran.

Saulo de Tarso había sido un creyente desde que había visto al Señor en el camino a Damasco. Estaba dolido por sus pecados (arrepentido), como se puede mostrar por el hecho de que había estado ayunando y orando por tres días. Así que él necesitaba comenzar en ese punto para completar su obediencia. Entonces se le dijo: “Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre”. Note que él todavía no había recibido el perdón de sus pecados, aunque era un creyente arrepentido. Si había sido salvo en el camino a Damasco, él no lo sabía; Ananías no lo sabía; y ¡el Señor no lo sabía!

La Conclusión

Alguien pudiera decir: “Bueno, yo no creo que el bautismo sea importante. El último enunciado de Jesús al hombre en la Tierra (según Marcos) antes de regresar al cielo incluyó el mandamiento a ser bautizado para ser salvo (Mateo 16:16). N.B. Hardeman una vez dijo:

No sé por qué el mundo se rebela contra el bautismo. Nunca he entendido por qué el hombre debe interponer su opinión y aceptar parcialmente el camino de Dios. No puedo entender el prejuicio contra la representación de la sepultura y resurrección de mi Salvador. Pero todos los estudiantes de la Biblia saben que Dios mandó a la gente a ser bautizada. Esta no es la autoridad de Hardeman. No es la autoridad de mis hermanos. No es la ordenanza de su ciudad. No es la ley promulgada en el Congreso. Ni es la proclamación del Presidente Washington. En cambio, viene del Rey de reyes, el Señor de señores—el que habla como ningún hombre ha hablado. Es de Aquel que tiene autoridad, y a quien se ha dado toda potestad en el cielo y en la Tierra. Incluso si lo rechazáramos aquí, se daría con mucho gusto mil mundos por una oportunidad como la que tenemos esta noche. Mientras la verdad instruya y la misericordia dure, mientras los ángeles miren desde las regiones celestiales y ansiosamente esperen por aquellos que reconozcan al Cristo, será nuestro placer una vez más extenderle la invitación y orar por su respuesta.

Jesús… ¡Qué nombre! Ahora es el nombre más reconocido en el mundo, pero en ese tiempo era una palabra judía común para “salvador”. Es la forma del Nuevo Testamento del nombre Josué del Antiguo Testamento. Josué salvó al pueblo de Dios al llevarla a Canaán; Jesús salvó al pueblo de Dios al abrir el cielo. El Nuevo Testamento usa la palabra Jesús 983 veces. Usted no necesita saber hebreo o griego para ver que Él es el personaje principal del Libro más vendido en el mundo. Se puede encontrar la palabra Salvador 37 veces en la Biblia y 24 veces en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, se puede encontrar en cada capítulo del libro de 2 Pedro (1:1; 11; 2:20; 3:2,18).

Él es el mejor amigo que jamás he tenido.