Corazones Abiertos

Resumen

Si abre su corazón al Señor, podrá descansar seguro sabiendo que Él lo guardará del mal desde ahora y hasta la eternidad.

Nuestra boca se ha abierto a vosotros, oh corintios; nuestro corazón se ha ensanchado. No estáis estrechos en nosotros, pero sí sois estrechos en vuestro propio corazón. Pues, para corresponder del mismo modo (como a hijos hablo), ensanchaos también vosotros… Admitidnos: a nadie hemos agraviado, a nadie hemos corrompido, a nadie hemos engañado. No lo digo para condenaros; pues ya he dicho antes que estáis en nuestro corazón, para morir y para vivir juntamente (2 Corintios 6:11-13; 7:2-3).

En un tiempo de cinismo, aprendemos a proteger nuestros corazones cuidadosamente. Podemos acostumbrarnos tanto a la desilusión que viene como resultado de las promesas vanas que podemos sentirnos tentados a no creer nada y a nadie; pero si adoptamos esta actitud, cosecharemos resultados negativos profundos en nuestra vida. Hay algunas cosas en las que podemos—y debemos—creer. Pablo hizo recordar a los corintios que, aunque ellos le habían desilusionado grandemente (2 Corintios 2:4), él nunca les había hecho ningún mal o engañado (7:2-3). Pablo se había ganado la confianza de ellos. ¿No ha hecho Dios lo suficientemente como para merecer nuestra confianza?

Aunque es prudente proteger nuestro corazón contra las muchas influencias del mundo, nunca debemos cerrar nuestro corazón a la Palabra de Dios. Debemos proteger nuestro corazón de Satanás y sus engaños ya que él nos destruirá rápidamente si lo permitimos (Efesios 6:11; cf. Lucas 22:3-6). Los israelitas no pudieron abrir sus ojos a la Palabra de Dios, sino que pidieron que Moisés pusiera un velo en su rostro cuando trajo la ley del monte (2 Corintios 3:13-18). A diferencia de los israelitas, nosotros debemos abrir nuestros ojos, nuestros oídos y todo nuestro corazón a la Palabra de Dios (2 Corintios 4:6).

No siempre será cómodo abrir nuestro corazón de esta manera a la Palabra Dios, pero producirá beneficios extraordinarios.

Primero, los corazones abiertos son más fáciles de aconsejar. Cuando Pablo aconsejó a la iglesia en Corinto para que disciplinara a un hermano que estaba viviendo en pecado (1 Corintios 5), ellos respondieron en obediencia (2 Corintios 2:9).

Los corazones abiertos también son más fáciles de corregir—ya que constantemente se están autoanalizando (2 Corintios 13:5). Tales corazones permiten que la tristeza piadosa les guíe al arrepentimiento (2 Corintios 7:8-11).

Los corazones abiertos son fáciles de estimular. Ya que sus corazones estaban abiertos, Pablo también pudo estimular a los hermanos en Corinto a abrir sus manos hacia los necesitados (2 Corintios 9:1-9).

Los corazones abiertos son más fáciles de consolar en tiempos de aflicción (2 Corintios 4:17) ya que se aferran a la promesa de la vida eterna en el cielo (2 Corintios 5:1).

También se puede comisionar a los corazones abiertos. Dentro de los corazones abiertos, Dios ha depositado un tesoro extraordinario cuyo resplandor excede al de los vasos que lo portan (2 Corintios 4:7). Ya que tememos al Señor (2 Corintios 5:10) y Le amamos (vs. 14), llevamos Su mensaje ante un mundo perdido y moribundo.

¿Permitirá que el Señor abra su corazón? Un día Dios “aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones” (1 Corintios 4:5). ¿No es mejor permitir que Él abra su corazón hoy que esperar que lo revele en el Juicio? Si abre su corazón al Señor, disfrutará beneficios increíbles, y usted podrá descansar seguro sabiendo que Dios nunca traicionará su confianza, sino que guardará su corazón de todo mal desde ahora y hasta la eternidad.