Abraham: Abandonando una Religión Familiar Disfuncional

Resumen

La fe en Dios significa darle el primer lugar, y el primer lugar puede significar dejar la religión de nuestros padres.

Génesis 11:27-32 presenta a Abraham por primera vez. Su padre fue Taré, y sus hermanos, Nacor y Harán. Toda la familia, excepto Harán quien había muerto, salió de Ur de los Caldeos y se estableció en lo que llamó Harán, el extremo norte de la creciente fértil. Taré murió en Harán, mientras que Nacor permaneció allí, pero Abraham continuó viajando. Dios había aparecido a Abraham en Ur antes que saliera: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:1-3; cf. Hechos 7:2).

Dios había comenzado Su plan de crear un pueblo especial que Le serviría en el cumplimiento de su plan final de redimir a la humanidad. Para hacer eso, Dios tuvo que sacar a Abraham de su ambiente idolátrico. Ur y Harán eran los dos grandes centros de adoración de Sin, el dios luna. Siglos después, Josué habló a ese pueblo especial que Dios creó: “Así dice Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños” (Josué 24:2). Después que su padre murió, Abraham salió de Harán y dejó toda la comodidad de su vida para seguir la promesa de Dios. Él ya había dejado la religión disfuncional de su padre para adorar al Dios verdadero. ¿Traicionó Abraham a su padre al cambiar de religión? No. Realmente hizo lo contrario. De haber seguido la religión de su padre, hubiera traicionado a Dios. Nadie tiene excusa para adorar a la creación en vez de al Creador (Romanos 1:20).

Al estudiar la Biblia con otros y aprender que la fe verdadera guía al abandono del pecado (el arrepentimiento), la confesión de Jesús como Señor y Salvador, y el bautismo (inmersión en agua) para el perdón de pecados (Hechos 2:38), alguien puede objetar: “¿Qué acerca de mi madre y mi padre? Ellos no fueron bautizados”. ¿No pudo Abraham haber dicho lo mismo?: “¿Qué acerca de mi padre y mi hermano?”.

La fe en Dios significa dar a Dios el primer lugar, y el primer lugar puede significar dejar la religión de nuestros padres y abuelos si esta es falsa. Pero si incluso es verdadera, todavía debemos enseñar a nuestros hijos a tener su propia fe en Dios. Ellos deben creer en el único Dios verdadero, no porque sus padres dicen que lo hagan, sino porque esto es verdad. Deben aprender a no depender de la madre o el padre para su fe, o ser fieles porque los padres “les hicieron ir a la iglesia”. Deben ser capaces de defender su fe. Por ende, si los hijos averiguan que la religión de sus padres no está de acuerdo con lo que Dios dice en la Biblia, ¿no deberían asumir la responsabilidad de dejarla como Abraham dejó la suya? Cuando se trata de la fe, no importa lo que mis antepasados hayan creído. Lo que importa es lo que creo y si lo que cree es cierto. Yo me presentaré ante Dios en juicio. Mis padres no se presentarán por mí, ni tampoco yo por ellos (Romanos 14:10; 2 Corintios 5:10).

Demos a Dios el primer lugar, incluso antes de la familia. Jesús dijo: “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:26). ¿Seguirá los pasos del padre Abraham hasta la Tierra Prometida (cf. Romanos 4:11-12)?