¿Un candidato competente?

Una iglesia había sido criticada por su ignorancia de la Biblia. Los ancianos determinaron que el problema era el predicador actual y lo despidieron. Luego decidieron entrevistar a nuevos predicadores candidatos, pero ninguno de ellos parecía exhibir el grado de conocimiento bíblico que ellos esperaban. Finalmente se presentó un predicador joven. Los ancianos le preguntaron: «¿Qué libro de la Biblia es su favorito?». El predicador respondió: «El Libro de las Parábolas». Ellos le pidieron que relatara una de las parábolas en el libro. El predicador joven aclaró su garganta y comenzó:

«Érase una vez un hombre de Dios que descendió de Jerusalén a Jericó y cayó entre espinos; los espinos crecieron y lo ahogaron. En seguida él se levantó y fue al encuentro de la reina de Sabá, quien le dio un denario y un vestido dividido en cuatro partes. Entonces él se llenó de ira y subió a su mulo; pero mientras cabalgaba debajo de un árbol, su cabello se enredó en las ramas, y él quedó suspendido allí por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo. Los cuervos le llevaban pan, carne y agua por la mañana y la tarde. Una noche, mientras seguía colgado allí y dormía, su esposa Dalila llegó y le cortó el cabello, así que él cayó en pedregales. Luego llovió por cuarenta días y cuarenta noches, así que él se escondió en una cueva. Cuando salió, se encontró con un hombre que le informó que la cena estaba lista, pero él respondió: “Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir”. Sin embargo, salió por los caminos y forzó a todos a ir a la cena en su lugar. Finalmente regresó a Jerusalén, donde vio a la reina Jezabel que se asomaba por una ventana muy alta de su castillo, burlándose de él porque ahora era calvo. Entonces él dio órdenes a siete hermanos que la arrojaran a tierra, y ellos la arrojaron. Mandó que lo hicieran otra vez, y ellos lo hicieron, hasta setenta veces siete. Después recogieron de los pedazos que sobraron doce cestas llenas.

»Díganme, pues, en la resurrección, ¿de cuál de ellos será ella mujer?».

Después de escuchar al predicador, los ancianos decidieron contratarlo, declarando que, aunque el predicador era joven, era «obvio que sí conocía su Biblia de principio a fin».

—Autor Desconocido; traducción adaptada por Moisés Pinedo.