Consuelo de hermanos

María estaba teniendo un día difícil, así que se echó en el sofá para tomar el tiempo de quejas y autocompasión que «merecía». Ella se quejó ante su madre y hermano menor: «¡Nadie me ama! ¡Todo el mundo me odia!».

Su hermanito, quien estaba muy ocupado jugando, la miró y le dijo las siguientes palabras de consuelo: «No creas eso, María. Algunas personas ni siquiera te conocen».

—Autor Desconocido