El Próximo Dominó: La Poligamia

En la década de 1960, mientras la nube de liberalismo social y político se acercaba, y los activistas liberales comenzaban su ataque contra los valores americanos tradicionales (i.e., bíblicos), se comenzó a oír gritos de “tolerancia” y “diversidad”. Mientras la “Nueva Moralidad” se afirmaba con su insistencia en el “amor libre” y la “libertad sexual”, el índice de divorcio en los Estados Unidos repentinamente explotó en 1965 (vea Whitehead, 1993). Las actitudes relajadas en cuanto al sexo dieron como resultado los dormitorios mixtos en los campos universitarios, y llegó a ser común la convivencia (parejas viviendo juntas sin casarse). La conspiración siniestra por desensibilizar el compromiso público norteamericano ante las costumbres cristianas estaba en progreso. Además de la extensión de la pornografía, el sexo extramarital y el divorcio, rápidamente se extendió el sexo premarital, la maternidad de soltería y las reclamaciones de derechos al aborto.

Los que resistieron esta socavación de la institución matrimonial argumentaban que estos pasos guiarían inevitablemente a distorsiones adicionales de las leyes de Dios para la sexualidad humana. No era extraño que los predicadores enseñaran contra el divorcio no-escritural y las nuevas nupcias al insistir que el arrepentimiento requería la terminación de estos matrimonios ilícitos. Por ejemplo, argumentaban que si dos hombres se “casaban” entre ellos, estaban viviendo en un estado o condición de pecado continuo (cf. Romanos 6:2; Colosenses 3:7). Si deseaban agradar a Dios, su único recurso era cesar su relación sexual. Para mucha gente este tipo de razonamiento fue difícil de aceptar. Ellos sugerían: “En el fondo, dos hombres no se pueden casar entre ellos”. Pero aquí estamos, más de 40 años después. Ahora podemos ver que la comparación entre el matrimonio no-escritural heterosexual y el matrimonio homosexual era correcta.

El ablandamiento gradual de las actitudes hacia la homosexualidad ha causado que la persona moralmente recta articule la siguiente comparación lógica. Teniendo en cuenta la teoría del dominó, si ahora se debe aceptar la homosexualidad como un comportamiento normal y moral—en conflicto directo con la moralidad cristiana—entonces no existe fundamento para oponerse a las formas adicionales de perversión sexual: la poligamia, el incesto, el bestialismo y/o zoofilia, la pedofilia, etc. En su mayoría, los norteamericanos no han llegado a depravarse tanto moralmente como para aprobar el incesto, el bestialismo y la pedofilia—aunque se están imponiendo cada vez más estas acciones en busca de aceptación social (e.g., Hari, 2002; “Peter...”, s.d.; Singer 2001; Moore, 2002; “NAMBLA...”, 2003). Sin embargo, el siguiente paso lógico que se puede esperar después de la aceptación creciente de la homosexualidad sería la promoción de la poligamia.

Triste y trágicamente, por varios años se ha estado tomando pasos en esta dirección. Como suele suceder, el elemento inmoral de Hollywood toma el primer paso para extender el comportamiento que una vez era repugnante para los norteamericanos. Después de todo, esto era de esperarse. Cuando la corte superior en la nación expidió su fallo sin precedente histórico y constitucional en contra de la leyes que condenaban la sodomía (Lawrence..., 2003), casi instantáneamente un polígamo presidiario de Utah comenzó el proceso de apelación para que se anule su condena por bigamia (“Apelación de Presidario...”, 2003). Incluso los políticos de Utah tienen dudas en cuanto al hecho que la constitución permita o no la poligamia como libertad de expresión religiosa (Fahys, 1998; Helprin, 1998). Tom Hanks contribuyó al despertar de la poligamia al producir una nueva serie de televisión para la estación HBO, “Gran Amor”, que exploraba la vida de un esposo, sus tres esposas y sus siete hijos (“La Poligamia Llega a la TV”, 2006; Peyser, 2006; Krauthammer, 2006). Más recientemente, El Canal de Aprendizaje (TLC) comenzó a transmitir Esposas Hermanas en 2010, una supuesta serie de televisión de vida real que se enfoca en un hombre, sus cuatro esposas y sus 17 hijos. El programa está en su cuarta temporada, y continúa teniendo un gran índice de audiencia (Kondolojy, 2013a; 2013b).

Y ahora, un juez del Tribunal Distrital de los Estados Unidos en Utah ha revocado con éxito las disposiciones de la ley de Utah que condenan como crimen la poligamia, declarando que tales restricciones no son constitucionales (“Juez Federal…”, 2013; Mears, 2013; Consejo Editorial…, 2013). De manera increíble, entre otras alegaciones, el juez argumenta que las prohibiciones previas contra la poligamia en los Estados Unidos fueron el resultado del “consenso mayoritario” coercitivo que surgió del “racismo flagrante” y de la creencia equivocada que sugiere que la moralidad occidental (i.e., el enfoque cristiano del matrimonio) es superior a la de la gente oriental “no-europea” de “civilización y raza inferior” (Brown vs. Buhman, pp. 11et.seq.). Esta es otra muestra clara de corrección política inmoral.

El hecho de que se haya podido predecir tal disparate y degradación moral inevitable de ninguna manera reduce el impacto y la repugnancia que deben sentir los norteamericanos que todavía tienen sensibilidad moral y decencia ética. ¿No existe final para el desfile incesante de depravación y degeneración moral a la que el público norteamericano debe ser sujeto? “¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun saben tener vergüenza” (Jeremías 6:15; 8:12).

LOS VALORES CRISTIANOS QUE ENGRANDECIERON A LOS ESTADOS UNIDOS

Créalo o no, en los días que la cordura moral de la sociedad norteamericana estaba todavía intacta, la vasta mayoría de norteamericanos desaprobaba la naturaleza reprensible de la poligamia (y otras formas de desviación sexual). A finales de 1800, los mormones huyeron a Utah buscando refugio de la oposición generalizada en contra de sus prácticas ilícitas. Mientras Norteamérica realizaba su “destino manifiesto” hacia el oeste, y más territorios norteamericanos buscaban pertenencia, la admisión de Idaho y Utah en la unión llegó a ser tema de preocupación nacional, ya que sus poblaciones mormonas estaban practicando la poligamia. Pero las autoridades judiciales no dieron marcha atrás en su responsabilidad señalada, como los tres siguientes casos de la Corte Suprema de los Estados Unidos que abordó el tema muestran.

En el caso de 1885 del territorio de Utah de Murphy vs. Ramsey, la Corte declaró:

Ciertamente no se puede suponer que alguna legislación sea más saludable y necesaria en la fundación de una mancomunidad libre y auto-gobernante, o que sea más adecuada para destacar como una legislación de los Estados coordinados de la Unión, que la que busca establecer tal mancomunidad sobre el fundamento de la familia, la cual consiste y proviene de la unión para toda la vida de un hombre y una mujer en el estado santo del matrimonio; esta es la fundación segura de todo lo que es estable y noble en nuestra civilización—la mejor garantía de moralidad reverente que es fuente de todo progreso benefactor en el mejoramiento social y político (1885, énfasis añadido).

¿Entendió eso? La única “fundación segura” de la civilización y la mejor garantía de moralidad (que, a la vez inicia el progreso hacia el mejoramiento social y político) es la familia, definida como la unión para toda la vida de un hombre y una mujer. Pero ahora la fundación está derrumbándose, y la garantía está fallando. Por ende, mientras nuestra moralidad continua debilitándose, se debe esperar completamente la erosión de todo lo que es estable y noble en nuestra civilización, como también la socavación del mejoramiento social y político. Esto es precisamente lo que estamos viendo.

En otro caso de la Corte Suprema de los EE.UU. que involucraba la poligamia en el Territorio de Utah, el acusado insistió en que su bigamia era simplemente el cumplimiento de su derecho constitucional en cuanto al ejercicio libre de sus creencias religiosas como miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Él argumentó

que el Dios Todopoderoso impuso directamente en los miembros varones la práctica de la poligamia en una revelación a José Smith, fundador y profeta de tal iglesia; que se castigaría a los miembros de tal iglesia si rechazaban o no cumplían la poligamia—cuando las circunstancias lo admitían; y que el castigo de tal incumplimiento y rechazo era la condenación en la vida venidera (Reynolds vs. los Estados Unidos, 1879).

A diferencia de los jueces liberales modernos que aprueban el complot del libertinaje religioso, la corte estuvo en desacuerdo completo, y emitió una negación radical en cuanto a la poligamia:

La poligamia siempre ha sido detestable en las naciones del norte y el oeste de Europa, y hasta el establecimiento de la Iglesia Mormona, era casi exclusivamente una característica de la vida de la gente asiática y africana. En la ley común, el segundo matrimonio siempre era nulo (2 Kent, Com. 79), y desde la historia antigua de la poligamia en Inglaterra se la ha tratado como una ofensa contra la sociedad... Desde ese día hasta hoy podemos decir que no ha habido ningún momento en ningún Estado de la Unión en que la poligamia no haya sido una ofensa contra la sociedad, la cual las cortes civiles conocían y castigaban con severidad. Teniendo en cuenta toda esta evidencia, es imposible creer que la garantía constitucional de la libertad religiosa tenga la intención de prohibir la legislación con respecto a esta característica más importante de la vida social. Aunque el matrimonio es una obligación sagrada por su misma naturaleza, también es un contrato civil, y es usualmente regulado por ley en la mayoría de naciones civilizadas. Se dice que la sociedad está basada en el matrimonio, y de sus frutos emanan las relaciones, obligaciones y deberes sociales con los cuales el gobierno tiene la necesidad de lidiar. De hecho, según la proporción en que se permitan los matrimonios monógamos o polígamos, se encontrará en un mayor o menor grado los principios en los que el gobierno del pueblo descansa (Reynolds..., énfasis añadido).

Estas declaraciones legales reflejaban el punto de vista de la mayoría de norteamericanos durante más de los 180 primeros años de su historia nacional. De hecho, durante la mayor parte de la historia norteamericana, las cortes no han tenido problema en reconocer y reafirmar la idea de la familia y la definición histórica del matrimonio como la unión para toda la vida de un hombre y una mujer. Realmente, esta premisa fundacional se extrajo directamente de la Biblia (Génesis 2:24; Mateo 19:1-12; 1 Corintios 7:2).

En otro caso judicial, varios hombres que deseaban registrarse para votar en el Territorio de Idaho tomaron el juramento preparatorio que les requería jurar que no practicaban la poligamia ni pertenecían a ninguna organización que fomentaba su práctica. Pero cuando se descubrió que los hombres eran miembros de la Iglesia Mormona, fueron procesados y hallados culpables de procurar los derechos de votación de una manera ilegítima—aunque el abogado de la defensa argumentó que el juramento constituía una “ley concerniente al establecimiento de religión” en violación de la Primera Enmienda de la constitución. Ni el Tribunal de Distrito ni la Corte Suprema aceptaron tal argumento. En cambio, afirmaron la esencialidad del sistema moral cristiano como el fundamento de la sociedad civil:

Las leyes de todos los países civilizados y cristianos consideran la bigamia y poligamia como crímenes. Los Estados Unidos las consideran crímenes, y son crímenes según las leyes de Idaho. Suelen destruir la pureza de la relación del matrimonio, perturban la paz de las familias y degradan a la mujer y envilecen al hombre. Pocos crímenes socavan más el bienestar principal de la sociedad y se penan con castigos más generales y merecidos. Conceder excepción del castigo para estos crímenes sería socavar el juicio moral de la comunidad. Llamar a su defensa una tendencia de la religión es ofender el sentido común de la humanidad (Davis vs. Beason, 1890, énfasis añadido).

Para las cortes modernas, y los norteamericanos en general, tolerar la emisión nacional de programas de televisión que dignifican la práctica de la poligamia (y otras aberraciones sexuales), no solamente es demostrar pérdida de sentido común, sino también manifestar la extensión a la cual la bancarrota moral ha llegado. La destrucción del matrimonio y la familia, la degradación de la mujer y el envilecimiento del hombre son asuntos comunes en nuestra sociedad moderna.

La poligamia es simplemente una indicación más de la aventura de medio siglo de nuestra nación hacia la decadencia y el paganismo, la cual nos lleva más cerca del fracaso moral, espiritual y religioso—y el colapso inevitable de la civilización. En otro caso judicial, la Corte Suprema de Pennsylvania declaró la actitud general de los Fundadores y la nación en su rechazo completo de la moralidad pagana:

Ellos nunca pensaron tolerar el paganismo…con la excusa de la libertad de conciencia. Ellos no podían admitir esto como una justificación civil de sacrificios humanos, o el parricidio, infanticidio, matonismo o tales modos de adoración como los ritos repugnantes y corruptos de los festivales dionisiacos, afrodisíacos y eleusinos y otros festivales de Grecia y Roma. No pretendieron que las costumbres puras y morales que el cristianismo ha producido queden sin protección legal ya que algunos paganos, religiosos o anti-religiosos defienden, como asunto de conciencia, el concubinato, la poligamia, el incesto, el amor libre y el divorcio libre o cualquier cosa como estas. No pretendieron que las procesiones fálicas, los bailes satíricos, las canciones obscenas, las estatuas indecentes y las pinturas del paganismo antiguo y moderno se introdujeran bajo la profesión de religión, placer o conciencia, para seducir a los jóvenes e ignorantes a la degradación corintia; para ofender la sensibilidad moral de un pueblo cristiano refinado; y para infundir la modestia cristiana de la desnudez e impureza de la mujer polinesia espartana. Ningún pueblo cristiano pudiera permitir tales cosas… Todo hombre cristiano puede estar seguro que su religión ha suprimido las costumbres paganas recién aludidas, y que a esto también se debe el gran avance en la justicia, la benevolencia, la verdad y la pureza que pertenecen a la civilización humana; y que esto ha purificado y elevado las relaciones familiares y los estándares morales de la sociedad a tal punto que ahora la ley condena como crímenes las indecencias, crueldades y engaños del paganismo (La Mancomunidad vs. Nesbit, 1859, énfasis añadido).

¡Esta Corte Suprema de mediados del siglo XIX no pudo haber imaginado que su descripción vívida del paganismo un día serviría como una representación exacta de la condición moral presente de Norteamérica! No pudo haber imaginado que un día un juez federal se burlaría de tal oposición al paganismo crudo y la depravación moral al caracterizarla como racismo y un sentimiento injustificado de “superioridad”. Pero increíblemente, hemos llegado a ese punto. Hoy hay una ola de “matrimonios” entre el mismo sexo, relaciones polígamas, incesto, bisexualidad, pedofilia, relaciones abiertas, matrimonios en grupos, travestismo, transexualidad, bestialismo y muchas más perversiones horribles y degradantes.

Esté seguro de que esta tendencia alocada de degradación moral está acelerando el deceso de la República. Apela a otros abusos atrevidos de la religión anticristiana—como el islamismo con su aprobación completa de la poligamia (Sura 4:3). Abre adicionalmente las puertas de un mar de corrupción moral que continúa socavando el fundamento de la civilización y que ahoga a los hombres en perdición. Ya que existe un Dios, y ya que Él es el Dios de la Biblia, entonces se puede predecir el fin de esta locura. Las palabras en contra de otra nación que se desvió de los principios bíblicos son perturbadoramente adecuadas:

Oíd ahora esto, pueblo necio y sin corazón, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye: ¿A mí no me temeréis? dice Jehová. ¿No os amedrentaréis ante mí, que puse arena por término al mar, por ordenación eterna la cual no quebrantará? Se levantarán tempestades, mas no prevalecerán; bramarán sus ondas, mas no lo pasarán. No obstante, este pueblo tiene corazón falso y rebelde; se apartaron y se fueron… ¿No castigaré esto? dice Jehová; ¿y de tal gente no se vengará mi alma? (Jeremías 5:21-23,29, énfasis añadido).

Lea las palabras del salmista en cuanto a la intervención divina en los asuntos nacionales.

Reprendiste a las naciones, destruiste al malo, borraste el nombre de ellos eternamente y para siempre… Los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios… Levántate, oh Jehová; no se fortalezca el hombre; sean juzgadas las naciones delante de ti. Pon, oh Jehová, temor en ellos; conozcan las naciones que no son sino hombres (Salmos 9:5,17,19-20, énfasis añadido).

Muchos norteamericanos se burlan de estas palabras—incluso las descartan como fábulas judías. “Los necios se mofan del pecado” (Proverbios 14:9). “¿Os burlaréis de él como quien se burla de algún hombre?” (Job 13:9). Sin embargo, estas advertencias presagian un juicio venidero; esto solamente es cuestión de tiempo. “La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones” (Proverbios 14:34).

Referencias

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