Un Sacrificio Vivo: El Orgullo

Resumen

Cuando traemos nuestra ofrenda a Dios, debemos evitar el orgullo. Debemos sacrificar nuestro orgullo en el altar.

Lectura bíblica recomendada: Romanos 12:1-2

Introducción

I. Los grandes sacrificios son valiosos, y es satisfactorio poder ofrecer un sacrificio valioso ante Dios.

II. Sin embargo, cuando traemos nuestra ofrenda a Dios, debemos asegurarnos de evitar el orgullo. De hecho, también debemos sacrificar nuestro orgullo en el altar.

Exposición

I. Si alguien hubiera tenido razón de jactarse por algún sacrificio, este hubiera sido Pablo.

A. Pablo sacrificó muchos logros personales (Filipenses 3:7-8) y sufrió mucho por Cristo (2 Corintios 11:22-28).

B. Pablo también usó sus dones (1 Corintios 14:18) con propósitos nobles (1 Corintios 1:14-16; Hechos 16:13-14,29-34; Filemón 10).

C. Sin embargo, Pablo rechazó jactarse de sus talentos o el empleo de tales talentos (2 Corintios 11:30; 12:6-10; Filipenses 3:9-14).

II. Cuando traigamos sacrificios y ofrendas a Dios, sacrifiquemos el orgullo de nuestro corazón delante de Él.

A. Aunque hay algunas ofrendas que Dios espera de todos, cada uno de nosotros tiene talentos y habilidades con los cuales Dios le ha dotado (Romanos 12:4-8; 1 Corintios 4:6-7).

B. Nada arruina un buen sacrificio de la manera que el orgullo lo hace (Lucas 18:11-12), así que sacrifique el orgullo primero (Mateo 5:23-24).

C. Cuando traigamos nuestras ofrendas, recordemos que lo que Dios realmente quiere es a nosotros.

Conclusión

Sin importar quién sea, tiene un talento: úselo con gozo en el servicio de Dios, pero también recuerde que solamente somos “siervos inútiles” que no podemos realizar más de lo que se nos pide hacer (Lucas 17:10).