La similitud no es equivalente a la identidad

Resumen

Ya que la similitud no es equivalente a la identidad, debemos ser lo que Dios quiere que seamos, no solamente algo similar.

— Lectura bíblica recomendada: 2 Timoteo 1:13

Introducción

I. Uno de mis maestros inculcó en nuestras mentes que «la similitud no es equivalente a la identidad».

II. Este principio se aplica al patrón bíblico.

Exposición

I. La forma de las sanas palabras.

A. El enfoque del cristianismo es la transformación de la imagen o forma del mundo a la imagen o forma de Dios (Romanos 12:1-2; Efesios 4:22-24).

B. Esta búsqueda requiere varios procesos continuos:

1. Se debe reemplazar la ignorancia con la sabiduría (Efesios 5:15-17).

2. Se debe retener «la forma de las sanas palabras» (2 Timoteo 1:13).

3. Se debe defender firmemente este patrón (Judas 3).

C. Requiere seguir un ejemplo (1 Timoteo 1:16) o estándar de conducta (2 Timoteo 1:13).

II. La similitud no es equivalente a la identidad.

A. Es más fácil que Satanás nos convenza de que algo ajeno es lo suficientemente similar a la forma de las sanas palabras que nos convenza a abandonarla completamente (cf. 2 Corintios 11:13-15).

B. Considere algunos ejemplos bíblicos:

1. Eva fue convencida de que el árbol prohibido era tan inofensivo como el resto de los árboles debido a su apariencia (Génesis 3).

2. Nadab y Abiú creyeron que el fuego que ofrecieron en sus incensarios era lo suficientemente similar al que había sido ordenado (Levítico 10:1-3).

3. Dos veces Saúl hizo cosas que fueron similares a la voluntad de Dios (1 Samuel 13, 15).

4. Uza murió ya que los que llevaban el arca pensaron que su método de transportarlo era lo suficientemente bueno (2 Samuel 6:1-7; cf. Éxodo 25:10-15).

5. Ananías y Safira pensaron que su ofrenda mediocre que buscaba la alabanza personal sería recibida como la ofrenda de Bernabé (Hechos 5:1-11).

Conclusión

I. Una y otra vez, la gente ha ofrecido a Dios cosas que Él no ha autorizado ya que ellos pensaron que tales cosas eran lo suficientemente similares a lo que se había mandado.

II. Una y otra vez, podemos ver que la similitud no es equivalente a la identidad.

III. Por tanto, nuestro propósito es ser lo que Él quiere que seamos, no solamente algo similar.