El cuidado de las heridas espirituales

Resumen

Así como estamos dispuestos a socorrer a otros en el aspecto físico, debemos también socorrerlos espiritualmente.

— Lectura bíblica recomendada: Mateo 9:12-13

Introducción

I. Algunas veces en la vida, llegamos a sufrir heridas sin importar cuán cuidadosos seamos.

II. Esta realidad llegó a ser obvia para mi familia cuando nuestro hijo mayor tropezó en el patio del edificio de la iglesia y sufrió un corte mayor en la parte trasera de su cabeza.

III. La reacción de nuestros hermanos en Cristo fue la inspiración de esta lección, ya que el cuidado diligente que brindaron a nuestro hijo tiene una aplicación espiritual.

Exposición

I. El reconocimiento de la situación.

A. El primer paso para ayudar a alguien es reconocer la necesidad de ayuda.

B. Nuestra cultura individualista es un tropiezo para desarrollar esta capacidad.

C. Para atender al herido espiritualmente, primero debemos reconocer el aprieto en el cual se encuentra (Ezequiel 3:17-21; Romanos 12:9-13; 15:1; 16:17-18; 1 Corintios 5:1-13; Gálatas 6:1-2; 2 Tesalonicenses 3:10-15; 2 Timoteo 4:1-5; Santiago 5:19-20; Judas 23).

D. Este reconocimiento también demanda que entendamos qué cosas causan heridas espirituales.

II. La preparación para lidiar con la situación.

A. Una cosa es reconocer que hay un problema, pero es algo completamente diferente estar preparado para lidiar con el problema.

B. Nosotros reconocemos la necesidad de prepararnos para atender las heridas físicas, y de la misma manera debemos estar preparados para atender las heridas espirituales.

C. No hay atajos para llegar a ser hábil en el cuidado médico o espiritual (Mateo 28:20; Romanos 12:1-2; Efesios 5:10,15-17; 2 Timoteo 2:2,15).

III. La disposición de actuar.

A. El conocimiento del cuidado médico (o de cualquier otra índole) es vano si no está acompañado de la voluntad de usarlo (Lucas 10:30-37).

B. Pablo quería enviar a Timoteo a Filipos porque sabía que él compartía el deseo e interés del apóstol por los hermanos de tal lugar (Filipenses 2:19-23).

C. El interés por otros es la marca del verdadero discipulado cristiano (Filipenses 2:1-5; Juan 13:34-35).

Conclusión

I. Tan pronto como nuestro hijo se lesionó, nuestros hermanos en Cristo pusieron en acción las tres claves anteriores.

II. El tiempo de crisis puede producir lo mejor en otros.

III. Estemos siempre dispuestos a ayudar, reconocer la necesidad y actuar en el aspecto espiritual como estamos dispuestos a hacerlo en el aspecto físico.