«Tentado en todo según nuestra semejanza»

Resumen

Aunque Jesús no experimentó cada tentación que nosotros experimentamos, fue tentado de la manera en que todos lo somos.

Pregunta

«Jesús nunca se casó y no tuvo que lidiar con las tentaciones inherentes del matrimonio. Hay otras tentaciones que no enfrentó cuando estuvo en la tierra. ¿Cómo se puede decir que Él fue tentado en todo según nuestra semejanza?».

Respuesta

En Hebreos 4:15, la Biblia habla de Jesús y señala: «Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado». Aunque este enunciado es muy claro, algunas veces parece que lidiamos con tentaciones en la vida que parecen ser completamente diferentes a cualquier tentación que Jesús haya experimentado. Jesús nunca tuvo que lidiar con el mercado bursátil. Cuando estuvo en la tierra, nunca tuvo que lidiar con un hijo rebelde y adicto a las drogas. Jesús no fue bombardeado con pornografía cuando andaba a través de las calles de Palestina, como nosotros lo somos cuando revisamos nuestro correo electrónico o buscamos información en el internet. ¿Cómo fueron las tentaciones de Jesús similares a las nuestras?

Al buscar la respuesta para esta pregunta, debemos darnos cuenta de que, en ocasiones, cada uno de nosotros piensa que lidia con algo que jamás nadie ha experimentado. Sin embargo, la Biblia explica: «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana» (1 Corintios 10:13). La Biblia clarifica adicionalmente esta idea cuando habla del pecado que nos tienta. En 1 Juan 2:15-16, leemos: «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo». Este versículo revela que hay tres categorías básicas en las cuales todos los pecados pueden ser catalogados. Toda tentación que toda persona ha experimentado puede ser clasificada en los deseos de la carne, los deseos de los ojos, o la vanagloria de la vida.

No es una casualidad que, durante las tentaciones de Jesús, Satanás presentara al Salvador tres oportunidades para el pecado. Primero, Satanás tentó a Jesús para convertir piedras en pan después que Jesús había ayunado por cuarenta días. Satanás procuró que Jesús diera cabida a «los deseos de la carne» al usar Sus poderes para aliviar Su hambre (Mateo 4:3). Luego Satanás tentó a Jesús para que probara que era el Hijo de Dios al lanzarse desde el pináculo del templo (Mateo 4:4-7). Satanás apeló a la vanagloria de la vida al proponer que Jesús probara Quién era. Desde luego, Jesús usó la Escritura para vencer la tentación y no cayó en el pecado del orgullo. Finalmente, Satanás mostró a Jesús todos los reinos del mundo y su gloria (Mateo 4:8). El enemigo prometió que daría tales reinos a Jesús si Él simplemente lo adoraba. Al presentar los reinos y su gloria, Satanás intentó que Jesús cayera en la trampa de los deseos de los ojos y codiciara lo que todavía no tenía. Una vez más, Jesús resistió la tentación. Por ende, podemos ver que los ataques de Satanás diseñados para apelar a los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida fueron una muestra general del repertorio completo de tentaciones satánicas.

Nosotros podemos ver esta misma clasificación del pecado en la historia trágica de la caída de Adán y Eva. Cuando Satanás tentó a Eva, ella miró con diferentes ojos al fruto prohibido. Génesis 3:6 dice: «Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella». Note que «bueno para comer» apela a los deseos de la carne, «agradable a los ojos» apela a los deseos de los ojos, y «codiciable para alcanzar sabiduría» apela a la vanagloria de la vida. Satanás todavía crea sus tentaciones con los mismos ingredientes.

Con este entendimiento en cuanto al pecado, ahora podemos aplicar lo que sabemos en cuanto a las tentaciones de Jesús. La Biblia no dice que Jesús experimentó toda situación que nosotros hemos experimentado. Él nunca manejó un auto y tuvo que lidiar con conductores rudos; nunca fue tentado a comer mucho helado; y nunca tuvo bebés que lloraran incesantemente y Lo mantuvieran despierto toda la noche. Sin embargo, todas estas situaciones tienen al menos una de tres cosas en común. Toda tentación presenta a la gente la oportunidad de pecar por medio de los deseos de la carne, los deseos de los ojos o la vanagloria de la vida.

Se puede ilustrar esta relación entre las tentaciones y las situaciones de la siguiente manera. Una vez un padre y su hijo estaban caminando en una tienda, mirando la variedad de instrumentos musicales. El hijo estaba teniendo problemas en la escuela debido a unos jóvenes matones, y el padre estaba diciéndole que Jesús entendía todos sus problemas, ya que Jesús había sido tentado en todo según nuestra semejanza. El hijo tenía problemas en creer tal cosa; él pensaba que Jesús nunca había experimentado sus problemas. Justo entonces, ellos vieron un piano. El padre dirigió la atención de su hijo al piano y le preguntó: «¿Crees que toda canción en el mundo ha sido tocada en este piano?». El jovencito rápidamente respondió que tal cosa era imposible. El padre caminó hacia el piano y metódicamente tocó cada tecla. Luego preguntó a su hijo: «¿Se puede tocar en este piano cualquier canción en el mundo?». El jovencito entendió el punto. Incluso cuando todas las canciones (tentaciones) en el mundo no podían ser tocadas en un solo piano, el piano podía tocar cada canción en el mundo.

Aunque Jesús pudo no haber experimentado la misma situación que usted y yo experimentamos, podemos saber que las tentaciones que Él experimentó que involucraron los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida fueron las mismas clases de tentaciones que nosotros experimentamos hoy.