Sé que mi Redentor vive

Resumen

Job tenía la confianza de que su Redentor vivía. Tal esperanza ha sido grabada en la Biblia para nuestra consolación.

Aunque fue un hombre próspero destituido de sus bienes materiales e incluso su salud, Job conservó esperanza celestial que superó completamente toda aflicción presente. Job demostró confianza en el Señor, a Quien confió voluntariamente su eternidad. Job deseó intensamente que muchos otros también alcanzaran la consolación basada en la esperanza con la cual él era consolado.

La esperanza y confianza de Job era triple (Job 19:23-26): (1) Job tenía la confianza de que su Redentor vivía; (2) también esperaba que el Mesías apareciera un día para rescatar su alma y la de otros; y (3) tenía la esperanza y confianza de la resurrección general de la cual sería partícipe.

Estas verdades animaron a Job en medio de su adversidad severa, y sirvieron como el fundamento de su esperanza. De la misma manera, los hijos de Dios de hoy que se encuentran en medio de gran aflicción o que lidian con la muerte pueden apropiarse de la consolación que viene por medio de la misma esperanza. Ciertamente, el resto de nosotros que relativamente estamos libres de grandes sufrimientos también puede, a través de la misma esperanza de Job, encontrar suficiente fuerza para lidiar satisfactoriamente con los problemas de la vida diaria.

El Redentor de Quien Job habló es el Cristo (i.e., el Salvador, el Mesías) Cuya función y ministerio en la tierra fue predicho por primera vez en Génesis 3:15. La verdad de que nuestro Redentor vive es el fundamento de toda nuestra esperanza. Si nuestro Dios estuviera muerto, como algunos declaran, no pudiéramos tener esperanza. Job tuvo esperanza firme en la resurrección mucho tiempo antes de la vida terrenal de Cristo, Su crucifixión y resurrección; y aunque nosotros tenemos una visión mucho más clara que la de Job, él se aferró a esta esperanza grande—la misma esperanza que nosotros tenemos.

A diferencia de los idólatras, cuya adoración es presentada a dioses muertos formados de piedra, madera, metal e imaginación de hombres, los cristianos tienen a un Salvador vivo. Nuestro Gran Profeta está vivo; por otra parte, los musulmanes brindan reverencia a un profeta muerto. Los judíos rechazan al Cristo y por ende no tienen Salvador (Redentor). Solamente los cristianos tienen un Salvador vivo—Uno que reside en el cielo a la diestra de Dios (Hechos 1:9-10; 7:55-56).

Jesús, nuestro Mesías, regresará para rescatar a los justos. En el tiempo de Job, la primera venida del Señor todavía estaba en el futuro, al cual él [probablemente] hizo referencia (19:25). Sin embargo, cuando Jesús regrese, Él no tendrá un ministerio terrenal (Zacarías 6:12-13; Hebreos 8:4). Vendrá para llevarnos.

La Segunda Venida de Jesucristo es la esperanza del pueblo de Dios del Antiguo y el Nuevo Testamento; nuestra eternidad depende de este hecho. Aunque fue necesario que la «primera» venida precediera a la «segunda», si Jesús no regresara por segunda vez, la primera sería en vano. La Segunda Venida del Señor es la esperanza fundamental de los cristianos (1 Corintios 15; 1 Tesalonicenses 4:13-18) y el temor terrible de los impíos (2 Tesalonicenses 1:7-9).

La resurrección general está en el futuro (Juan 5:28-29). Job creía en una resurrección corporal (19:25), la cual es un principio de la verdad del Evangelio (1 Corintios 15:49-54; Filipenses 3:21; 1 Juan 3:2-3). La esperanza de la eternidad se funda en nuestra resurrección de los muertos; nosotros sabemos que seremos resucitados ya que la resurrección de Cristo garantiza nuestra resurrección. Sin la resurrección, todo carecería de esperanza (1 Corintios 15:19).

Nosotros tenemos una esperanza común con Job y el pueblo de Dios de todas las dispensaciones: (1) nuestro Redentor vive; (2) nuestro Redentor regresará por nosotros; y (3) nuestro Redentor nos resucitará.

Job deseaba que su esperanza fuera registrada en un libro o grabada en piedra para que otros pudieran desarrollar la misma clase de esperanza y llegaran a ser beneficiarios de la misma consolación. De hecho, sus palabras han sido inmortalizadas en el volumen eterno, la Biblia, para que todas las personas de todos los tiempos las lean.

El hombre moderno frecuentemente ha recibido consuelo de las palabras de Job al cantar: «Yo sé que mi Redentor vive». Es mi oración que nuestro Redentor viva en cada uno de nosotros mientras permanecemos en la luz de Su Evangelio.