Padres, Obedeced a Vuestro Padre

Los niños son las criaturas más vulnerables de la Tierra. En la Enciclopedia de Ética Bíblica y Cristiana, se puede encontrar la siguiente observación perspicaz:

El niño humano es el más indefenso de todos los mamíferos jóvenes, y por ende, requiere cantidad exorbitante de cuidado para ser nutrido exitosamente (Harrison, 1992, p. 302).

Tristemente, muchos no son nutridos exitosamente. Algunos son la consecuencia de irresponsabilidad procreativa, y a muchos más se les abandona para que se críen por sí mismos. Se les arroja a un mar social de cultura pop pagana, donde se adora a los símbolos sexuales jóvenes y donde las novelas y programas de TV presentan un estilo de vida indulgente—un ambiente donde se intercambia “camas” en el cual el lema es: “¡Tengamos un bebé!”.

Cuando Pablo lidió con la cultura greco-romana donde la crianza de niños dejaba mucho que desear, reveló lo que trasciende al tiempo y tiene origen divino. El plan de Dios para los padres siempre satisfará las necesidades de los niños—en cualquier edad y cultura. Sin embargo, la sabiduría humana entra sigilosamente en los corazones de incluso padres cristianos. Evaluemos nuestro pensamiento a la luz de la Palabra de Dios.

El apóstol escribió: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo” (Efesios 6:1). En este enunciado claro, Pablo expresó la voluntad divina de que existe una relación específica entre los hijos y los padres. Los hijos deben obedecer a los padres, ya que Dios ha diseñado el hogar con este orden: Los “hijos” son aquellos que necesitan nutrición, ya que están desarrollándose; requieren instrucción y corrección (Efesios 6:4). Los padres e hijos no son iguales en esta etapa. Hay una autoridad; hay una relación de sumisión en el plan familiar de Dios. Dios delega esta autoridad, y los padres deben ejercer esta autoridad por respeto a Dios Quien la concede. Ningún padre puede demandar algo a un niño con autoridad intrínseca. Muchos padres actúan como si fueran el “Creador”, y el hijo la “creación”. La paternidad es un regalo de Dios (Salmos 127:3); los padres fieles ejercen autoridad limitada que Dios da con el propósito que Dios presenta.

Pablo también enseñó que el arreglo doméstico de Dios involucra un rol especial para los padres: autoridad en acción. Esta es la comunicación de instrucciones y la aplicación de corrección; los niños deben escuchar y obedecer. Los padres deben asumir el rol que Dios ha decretado para ellos. Deben proveer instrucción y corrección, entrenando a sus hijos en disciplina y amonestación del Señor (Efesios 6:4; cf. Mateo 15:19). Cuando los padres no cumplen su rol de padres, los niños todavía crecen, pero su desarrollo espiritual es desequilibrado.

Pablo nos recuerda que la familia cristiana incluye responsabilidades espirituales. La relación padre-hijo, y el ejercicio del rol paternal, son diseños de Dios para ayudar a que los niños maduren y lleguen a desarrollar espiritualidad, aceptando sus responsabilidades espirituales. Los niños deben aprender lo que “es justo” (Efesios 6:1). Deben aprender que la obediencia al Señor es la motivación fundamental de todo el comportamiento (Efesios 6:1). Esto se logra por medio de padres que enseñan regularmente a sus hijos a obedecer debido al sentimiento de responsabilidad que tienen ante el Señor.

La obediencia no es simplemente conformidad. “Obediencia” significa escuchar y hacer lo que se requiere por la razón correcta. Según el Señor, esto se enseña mejor muy temprano en la vida del niños. Así que para ayudar a nuestros hijos a obedecer al Señor de corazón—el centro del comportamiento, debemos enseñarles la obediencia desde sus primeros años.

Los padres enseñan esta cualidad espiritual al:

  1. Presentar expectativas claras, algunas de las cuales son moralmente inflexibles.
  2. Proveer consecuencias para la desobediencia que son claras y justas.
  3. Mostrar consistencia en la concesión de recompensas y castigos.
  4. Demostrar un ejemplo concreto como padres que son obedientes al Señor.

La responsabilidad paternal significa ayudar a los hijos a ir al cielo. Esto requiere tiempo, atención y enfoque espiritual. ¡Sea responsable con sus hijos; sea un padre!

Referencia

Harrison, R.K., ed. (1992), Enciclopedia de Ética Bíblica y Cristiana [Enclyclopedia of Biblical and Christian Ethics] (Nashville, TN: Thomas Nelson), edición revisada.