Los Días de Noé

Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste (Lucas 17:26-30).

Ya que la mayoría de nosotros aprende la historia de Noé y su viaje catastrófico antes que incluso pueda leerla, podemos pensar que hemos aprendido todas las lecciones que esta historia puede enseñarlos. Pero considerémosla nuevamente.

De los días de Noé aprendemos que Dios siempre es fiel a Su Palabra.

Incluso en este punto temprano del registro bíblico, podemos ver que surge esta tendencia: Raramente el hombre es fiel a Dios por mucho tiempo. Por otra parte, cuando Dios dijo que destruiría al hombre y a los animales con un diluvio (Génesis 6:7,17), cumplió Su Palabra (7:23). Y cuando Dios dijo que salvaría a Noé, fue fiel a Su Palabra (6:18; 7:23). Pedro escribió diciendo que esto enseña que Dios sabe librar a los justos del castigo del juicio (2 Pedro 2:5-9).

Cuando Dios hace una promesa, siempre la cumple. Él ha honrado Su promesa de no destruir nuevamente la Tierra con un diluvio por más de 4,000 años—a pesar de las atrocidades que el hombre ha causado. Su arco en las nubes testifica del hecho que Dios todavía cumple Sus promesas.

Al ver el arco de colores con el cual Dios pinta el cielo, también debemos recordar que hay otra promesa que Él también cumplirá con seguridad: Él juzgará al mundo con justicia (2 Pedro 3:4-10).

De los días de Noé aprendemos acerca de la salvación de Dios para los fieles.

Sin importar cuán morales o justos podamos ser, nuestra salvación todavía requiere la gracia de Dios (Efesios 2:8-9)—gracia que Noé encontró en el único lugar que podemos encontrarla: “ante los ojos de Jehová” (Génesis 6:8). Noé podía ser fiel y obediente y proveer trabajo para la construcción del arca, pero la mayoría de cosas que requería para su salvación tenía que venir de Dios, incluyendo todo desde la revelación de Su Plan hasta el agua que elevó el arca “sobre la tierra” (Génesis 7:17; cf. 1 Pedro 3:21).

La salvación también requiere la obra de la fe—la fe por la cual Noé construyó y suministró el arca para su largo viaje (Hebreos 11:7; cf. Génesis 6:21). El mismo arca permanece como un símbolo de santificación, ya que fue Dios Quien lo diseñó como el lugar para los salvos. No hubo gente salva en ningún lugar de la Tierra fuera del arca, y esto no se debió a la destreza en su construcción, sino al hecho que fue construido según las instrucciones de Dios (Génesis 6:22).

De los días de Noé aprendemos que incluso los fieles pueden tropezar.

La Biblia dice que Noé era “varón justo, [y] perfecto en sus generaciones” (Génesis 6:9), pero luego leemos del incidente en que se embriagó y se expuso vergonzosamente en su tienda. Esto debe ser un recordatorio de que nosotros también podemos caer (1 Corintios 10:11-13) y que necesitamos mantener nuestros cuerpos en sumisión (1 Corintios 9:27).

Dios es paciente y misericordioso y cumplirá Su Palabra, pero no contendrá su ira para siempre. Nosotros debemos ser fieles y prepararnos para el juicio que viene. ¿Está listo?