Los Cristianos y la Lotería

Mientras el carácter moral de la civilización norteamericana deteriora y los valores bíblicos son “arrojados por la borda”, las actividades que una vez se consideraban dañinas para nuestra sociedad ahora están llegando a ser aceptables e incluso a tener apoyo legal. El juego de apuestas ha llegado a ser una forma viable de entretenimiento para millones de norteamericanos que desean llegar a ser “ricos rápidamente”. Incluso en la iglesia, algunos cristianos poco informados consideran la adquisición de boletos de lotería como algo inofensivo. Es tiempo de considerar nuevamente los principios bíblicos que se relacionan al juego de apuestas.

Los diferentes diccionarios definen “apostar” como “jugar con la intención de obtener dinero”; “arriesgar dinero por ganancia incierta”; “invertir o arriesgar dinero, etc., con la esperanza de obtener gran ganancia”. Considere las siguientes cuatro razones por las cuales se puede concluir que el juego de apuestas es inconsistente con la vida cristiana.

Dios no autoriza el juego de apuestas.

Por definición, los cristianos son personas que regulan su comportamiento según las Escrituras. Las Escrituras identifican tres medios autorizados de transferir fortuna de una persona a otra: (1) el trabajo para la recepción de un pago (e.g., Mateo 10:10; Lucas 10:7; Efesios 4:28; 1 Timoteo 5:18); (2) la venta de bienes o de la propiedad (Mateo 13:46; Hechos 2:45; 4:34; 5:4; Santiago 4:13); y (3) regalos o donaciones voluntarias sin la expectativa de devolución lucrativa (Lucas 6:30,35-35; 10:33-35; Hechos 20:35; 2 Corintios 8:9). El juego de apuestas no calza en ninguna de estas categorías. Entonces, la primera observación que un cristiano debe hacer es que el juego de apuestas es una actividad que las Escrituras no autorizan.

El juego de apuestas se encuentra en conflicto con los principios cristianos.

El juego de apuestas (sea que se hable de loterías, carrera de caballos o perros, casinos o el bingo) involucra a dos o más personas que compiten mutuamente para quitar el dinero del otro. Note que los individuos involucrados quieren el dinero de la otra persona, pero no están dispuestos a simplemente donar tal dinero a la otra parte. Cada persona que apuesta está esperando obtener el dinero de la otra persona; nadie quiere perder el dinero que apuesta. Por ende, la misma naturaleza, carácter y esencia del juego de apuestas se encuentra en conflicto directo con el enfoque del cristianismo que Jesús expresó en Mateo 7:12. Por definición, el apostador está tratando a otros de la manera que no quiere ser tratado. Entonces, en el centro del juego de apuestas se encuentran el egoísmo, la envidia y la codicia.

El juego de apuestas socava la ética de trabajo.

Una tercera consideración para el cristiano es el hecho que el juego de apuestas debilita le ética de trabajo, la cual la Biblia enseña claramente. Dios quiere que los seres humanos laboren, trabajen con sus manos, se esfuercen con el sudor de su frente. Considere Efesios 4:28: “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad”. (También lea Hechos 20:35; 2 Tesalonicenses 3:8-12; cf. Génesis 3:19). El juego de apuestas es un intento claro de hacer a un lado el principio de trabajar con fines nobles.

El juego de apuestas promueve la codicia.

Otro concepto bíblico que descarta el juego de apuestas es la enseñanza en cuanto a la avaricia o codicia. Por una parte, Dios nos insta a “ganarnos la vida”, i.e., trabajar para obtener los fondos necesarios para la vida diaria, la familia y los necesitados (1 Timoteo 5:8; Gálatas 6:10). Por otra parte, la Palabra de Dios registra una diferencia marcada entre “ganar dinero para vivir” y “vivir para ganar dinero”.

Repetidamente, Dios insta a eliminar de nuestras mentes la avaricia, el deseo de las cosas de la vida y las ansias por acumular riquezas (Mateo 6:19-21; Lucas 12:15-21; Efesios 5:3; Colosenses 3:1-5; 1 Juan 2:15-17). Pablo escribió en cuanto a aquellos que codician ser ricos, que tienen amor al dinero y que confían en las riquezas inciertas (1 Timoteo 6:10,17). Incluso si alguien tiene la intención de usar la riqueza acumulada por medio de la apuesta para el trabajo del Señor, el deseo de llegar a ser rico está lleno de trampas sutiles. Independientemente de los motivos nobles que puedan haber, la acción fundamental de enfocar la mente y el corazón en la riqueza es por sí misma un comportamiento inadecuado y erróneo para el cristiano.

CONCLUSIÓN

Aunque el fraude y la corrupción siempre han existido en cada sociedad, un segmento sustancial de la población norteamericana anteriormente entendía que las cosas como el baile, la bebida, el cigarro, las palabras malas y el juego de apuestas eran equivocadas. Pero el tiempo, las circunstancias y los sentimientos han cambiado. Sin embargo, la Palabra de Dios no cambia. Oremos para que Dios nos ayude a regresar a la Biblia y despertar nuestra conciencia a la realidad espiritual para presentar a nuestra sociedad la voluntad de Dios para la humanidad.