Las 23 Palabras Más Importantes Dichas sobre el Matrimonio

Hay cientos de miles de palabras en los idiomas modernos. La Biblia contiene un aproximado de 800,000 palabras (VRV1960), incluyendo las palabras “amor”, “esposos”, “esposas” y “gozo”.

La persona promedio habla alrededor de 16,000 palabras en un día regular, muchas de ellas a su pareja. Un libro sobre el matrimonio contiene un promedio de 90,000 palabras. Un sermón sobre el matrimonio contiene algo de 5,000 palabras. Un folleto sobre el matrimonio tiene algo de 2,000 palabras. Una boda tradicional contiene algo de 1,150 palabras.

Las palabras son importantes (Proverbios 18:21; Mateo 12:36-37). El matrimonio es importante (Hebreos 13:4; 1 Timoteo 5:14). Así que las palabras en cuanto al matrimonio deben ser especialmente importantes. ¿Cuáles son las palabras más importantes? Las 23 palabras en el primer matrimonio: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24).

Este es el comienzo de una institución que perdura hasta hoy—tal vez una de la cual ha sido partícipe o de la cual será partícipe un día. Lo que Dios pronunció como algo que “no era bueno” durante la creación fue el hecho que el hombre estuviera solo (Génesis 2:18). Después de nombrar a miles de parejas de animales—desde el Sr. y la Sra. Hormiguera hasta el Sr. y la Sra. Cebra—Adán se dio cuenta de que era la única criatura sin pareja. “[P]ara Adán no se halló ayuda idónea para él” (2:20).

Entonces Dios realizó la primera cirugía en el hombre. Al remover una de sus costillas, esculpió a Eva y la convirtió en una novia hermosa. Adán no se levantó y encontró a Eva acostada al lado de él en una cama de hospital. Se puede decir que después de preguntarse qué había pasado con su costado y contar sus costillas, escuchó la voz de Dios: “Adán, ¿olvidaste nombrar a una criatura”. Entonces miró que su Padre traía a su novia hacia él (2:22).

La imagen de su novia causó las primeras palabras registradas de este primer hombre: “ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada” (2:23).

Las 23 palabras en el primer matrimonio revelan tres principios necesarios para una relación matrimonial satisfactoria y exitosa en cada época.

Dejar a Padre y Madre: Una Relación Exclusiva

Cuando los hijos llegan a la adultez, dejan de tener una relación dependiente con los padres que nunca recobran. “Dejar” es un verbo fuerte que significa “abandonar e ignorar; rechazar”.

Cuando la pareja se casa, debe dejar a sus padres en tres maneras.

Físicamente. Una queja común de las parejas jóvenes es las suegras entrometidas y la mucha interferencia familiar (cf. Génesis 29). Para evitar esto, ellos no deberían mudarse en la casa de sus padres. Es difícil—y peligroso para el matrimonio—vivir en la casa de otra persona cuando se está tratando de comenzar una nueva familia. Ninguna casa es lo suficientemente grande para dos familias, y ninguna cocina es lo suficientemente grande para dos cocineros. La pareja en su luna de miel no necesita sentirse cohibida debido a la falta de privacidad. Cuando tienen su primera discusión inevitable, el padre de la esposa no debe estar fuera de su cuarto con su bate de béisbol, diciendo: “Espera hasta que ese joven salga de allí. Le enseñaré algunas cosas”. Incluso no se recomienda vivir cerca, ya que es difícil establecer una identidad familiar separada. Un predicador anciano dijo: “Los recién casados deberían mudarse más allá de una montaña y pasando tres ríos desde la casa de sus padres”. El matrimonio es exclusivo; necesita su propio espacio.

Emocionalmente. El matrimonio requiere madurez emocional. No se puede ser un hijo dependiente y al mismo tiempo un esposo independiente. Los padres deben criar a sus hijos con la intención de dejarles ir. Se debe cortar el lazo en la boda; de otra manera, habrá dolor.

La pareja joven debe tomar sus propias decisiones—dónde vivir, a qué congregación de la iglesia asistir, qué carrera buscar, cuándo tener hijos y cuántos tener—y estar preparada para lidiar con las consecuencias de tales decisiones. Esto no significa que no deben pedir el consejo de sus padres. Pero finalmente, ellos tendrán que pagar la hipoteca, asistir a los servicios y realizar sus trabajos; así que deben tomar sus propias decisiones.

Económicamente. Un hombre no está listo para pedir la mano de una mujer a menos que tenga un trabajo honrado y que tenga la intención de conservarlo (1 Timoteo 5:8; 2 Tesalonicenses 3:10). Los padres ya no son responsables de su sostenimiento. Cada uno debe buscar su propio pan (Génesis 3:19) y llevar su propia carga (Gálatas 6:5).

Para sostener a una familia, se debe conservar un trabajo. Para conservar un trabajo, se debe agradar al jefe al considerar estas sugerencias: No sea ocioso (Proverbios 6:6-8). No se haga tarde. Haga más de lo que se requiera. No se junte con gente negativa. Sea confiable. Ya que no todos pueden ser promovidos, tenga la meta de ser uno de ellos. En cierto grado, la felicidad de la familia del trabajador depende de su carrera exitosa.

Ya que la deuda es una causa principal de divorcio, evítela (Proverbios 21:20). Sin importar cuánto dinero se gane, se puede gastar más de la cuenta. Gastar menos de lo que se obtiene requiere autodisciplina. Una vez que se tiene hijos, es una bendición poder vivir con un solo salario y todavía tener tiempo personal para los niños en vez de tener dos trabajos para poder pagar las cuentas (Tito 2:5).

Unirse Mutuamente: Una Relación Principal

Dios creó a una esposa para Adán, no a un padre, una madre o a un hijo—estableciendo al matrimonio como la relación principal, no a la relación padre-hijo o madre-hijo.

El cónyuge también toma precedente sobre los amigos. Las personas casadas necesitan amigos, pero estos deberían ser lazos secundarios que reciben menos tiempo, energía y devoción que los esposos.

El matrimonio es más importante que la carrera. Douglas MacArthur II trabajó para el gobierno de los Estados Unidos. Una vez el Secretario de Estado llamó a su casa y pidió hablar con él. Su esposa no reconoció la voz del Secretario y respondió ásperamente: “No está aquí. Él está donde siempre está—los fines de semana, las noches, los sábados y los domingos—en la oficina. Usted puede encontrarle allí”. El secretario colgó cortésmente e inmediatamente llamó a MacArthur, diciendo: “Ve a tu casa. Tu frente familiar está colapsando”.

Muchos hogares están colapsando por la razón simple que los esposos no pasan suficiente tiempo juntos para conservar el fuego ardiendo. Los esposos que tienen vidas separadas no entienden el punto del matrimonio (Proverbios 5:15-19). Algunos hombres pasan más tiempo jugando golf o pescando con los amigos que con sus esposas; algunas esposas no dejan a sus amigas de trabajo el tiempo suficiente como para desarrollar su relación con sus esposos.

Esto puede suceder involuntariamente. Los esposos pueden involucrarse tanto en actividades externas que llegan a ser compañeros de cuarto en vez de cónyuges. Dan tanta atención a los hijos que no dejan nada para ellos. Si se enfoca el matrimonio en los hijos o las carreras, la desilusión será el resultado cuando el nido esté vacío o cuando lleguen los años de jubilación. Los hijos están en el hogar por un tiempo corto, pero los cónyuges estarán allí por toda la vida. Esto tampoco es saludable para los hijos. Ejemplificar el amor conyugal es la mejor manera de prepararles para sus matrimonios futuros.

Moisés mostró la manera de comenzar un matrimonio de forma adecuada: “Cuando alguno fuere recién casado, no saldrá a la guerra, ni en ninguna cosa se le ocupará; libre estará en su casa por un año, para alegrar a la mujer que tomó” (Deuteronomio 24:5). No se debía abrumar al nuevo esposo con tareas extras o con el envío al servicio militar ya que esto le requeriría estar lejos de su hogar. Su trabajo era hacer feliz a su esposa. Ella estaba en un ambiente nuevo con responsabilidades nuevas, tal vez sintiéndose abrumada.

Ser Una Sola Carne: Una Relación Íntima

Las cinco últimas de las 23 palabras consideran la unidad: “y serán una sola carne”. El matrimonio es una unión hermosa de dos vidas. Si una pareja hace más cosas en unidad—vivir, jugar, trabajar, planear, hablar, adorar—el matrimonio tendrá más probabilidad de ser satisfactorio.

Esta unidad implica una relación saludable de una sola carne. No pase por alto lo que es obvio: “Una carne” se relaciona al don matrimonial divino de la relación sexual para la pareja casada. Este es un elemento de placer en el matrimonio (Proverbios 5:15-19), un ingrediente importante de una relación duradera (Hebreos 13:4). Las restricciones divinas en cuanto al sexo antes del matrimonio no nos roban el gozo sexual sino lo preservan para el tiempo correcto con la persona correcta.

Dios diseñó el sexo para que tenga un significado profundo. En este acto, el esposo y su esposa llegan a ser una sola persona por un momento en el tiempo. Más que unir sus cuerpos físicamente, crea un lazo emocional y químico entre ellos. Llegar a ser una carne con parejas múltiples (1 Corintios 6:15-20) socava la capacidad personal de unirse profundamente con una pareja de por vida.

Dos pedazos de cinta adhesiva pegadas juntas tienen unión fuerte. Probablemente se romperán si se los trata de separar. Pero si primero se adhieren a otras cosas—a una silla, el piso, la ropa—los dos pedazos tendrán dificultad de unirse fuertemente entre ellos. Fácilmente se los separará. Cuando la gente es inmoral antes del matrimonio, socava su capacidad de unirse fuertemente y permanecer en unidad por mucho tiempo.

El sexo no es solamente un privilegio matrimonial, sino es un requerimiento matrimonial (1 Corintios 7:1-9). El esposo debe a su esposa afecto romántico. La esposa le debe este placer. Cuando los esposos discuten o pasan conflictos, no deben abstenerse del sexo—al menos que ambos estén de acuerdo por un tiempo limitado. Si los esposos no se satisfacen mutuamente, se exponen al adulterio.

Esta unidad implica criar juntos a los hijos. Los hijos son el producto natural del matrimonio (Génesis 1:28). Si todos se aferraran al plan original de Dios, todos los bebés nacerían en familias con un padre y una madre y en un ambiente seguro y financieramente estable.

Esta unidad implica exaltar el nombre de Dios juntos (Salmos 34:3; 122:1; Hebreos 10:25). Un componente clave carente en muchos matrimonios es la espiritualidad. Si los esposos comparten la fe común de adoración, tienen una fundación fuerte (Salmos 127:1; Juan 4:24).

Esta unidad implica compartir el consejo (Salmos 55:14; Eclesiastés 9:9; 1 Pedro 3:7).

Aquila y Priscila ejemplifican una relación unida. Ellos viajaban, trabajaban y eran hospitalarios juntos (Hechos 18:2). Fueron a un viaje misionero juntos (Hechos 18:18). Adoraban y enseñaban la Biblia a otros juntos (Hechos 18:26). Ayudaron a Pablo y arriesgaron sus vidas juntos (Romanos 16:3-4). Animaban a otros cristianos juntos (1 Corintios 16:19). Permanecieron fieles juntos a través de una vida completa (2 Timoteo 4:19).

Como una relación exclusiva, principal e íntima, el matrimonio es una descripción de la relación espiritual entre Cristo y Su esposa. En el matrimonio, Dios logra en dos personas lo que quiere que todos experimenten en la iglesia.

El esposo y su esposa son una sola carne; nosotros somos uno con el Señor (1 Corintios 6:17). Cristo ama a la iglesia; el esposo ama a su esposa (Efesios 5:25). La iglesia está sujeta a Cristo; la esposa está sujeta a su esposo (Efesios 5:24). La unión matrimonial da como resultado hijos; la unión del Señor y Su iglesia da como resultado gente convertida (Romanos 7:4).

Así como la Biblia comienza con un matrimonio y termina con un banquete de bodas (Apocalipsis 19:6-9), tal vez usted pasará de un matrimonio agradable aquí a sentarse en el banquete de bodas al final. Pero si su matrimonio no ha funcionado para usted aquí, tenga seguridad de que su boda eterna con Cristo será perfecta. El Espíritu y la esposa dice: “Ven” (Apocalipsis 22:17).