La Importancia de la Resurrección

Resumen

El cristianismo está enlazado inseparablemente a la resurrección de Cristo, y con ella, nuestra fe tiene todo sentido.

Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres (1 Corintios 15:12-19).

Desde el establecimiento de la iglesia, ha habido ideas falsas en cuanto a la resurrección. Algunos han declarado que la resurrección no ha sucedido (1 Corintios 15:12). Algunos han declarado que la resurrección final ya ha pasado (2 Timoteo 2:18). El apóstol Pablo demostró con autoridad que el cristianismo está enlazado inseparablemente con la resurrección de Cristo.

Pablo puso la resurrección de Jesús en el mismo centro de la fe cristiana (1 Corintios 15:1-11). En este pasaje, mostró que es parte de la profecía del Antiguo Testamento, así como Jesucristo mismo señaló (Lucas 24:44-46). La evidencia extensa confirma la resurrección, incluyendo (en el tiempo de Pablo) a cientos de testigos (1 Corintios 15:5-8). Se predicó esta doctrina crucial en todo lugar al que el Evangelio fue, incluyendo en el Pentecostés (Hechos 2:30-32), la casa de Cornelio (Hechos 10:40), Tesalónica (Hechos 17:3), Corinto (1 Corintios 15:1) e incluso Atenas (Hechos 17:31-32)—donde la multitud se burló de esta enseñanza. Cuando Pablo fue procesado ante las autoridades judías en Jerusalén, declaró que estaba siendo juzgado por “la esperanza y…la resurrección de los muertos” (Hechos 23:6-8). Escribió a los santos en Roma que nuestra misma obediencia al Evangelio implica una representación de la resurrección (Romanos 6:3-4,17).

Varios componentes vitales del cristianismo carecen de valor sin la resurrección (1 Corintios 15:12-34). Sin ella, nuestra fe es vana (vs. 14). Sin ella, todo evangelista es mentiroso (vs. 15). Sin ella, estamos perdidos en pecado como siempre lo hemos estado (vs. 17). Sin ella, no hay victoria sobre la muerte (vs. 18). Incluso el bautismo no tiene importancia si la resurrección no es una realidad (vs. 29). Sin la resurrección, no hay un grupo de gente en la Tierra que sea más miserable que los cristianos (vs. 19).

La resurrección implica misterio y victoria (1 Corintios 15:35-58). Hay algunas preguntas en cuanto a la resurrección que todavía no han sido respondidas: ¿Cuándo será (1 Tesalonicenses 5:2)? ¿Cómo seremos en aquel día (1 Juan 3:2)? Aunque no tenemos respuestas a estas preguntas intrigantes, podemos saber que la resurrección marcará la victoria decisiva sobre la muerte, el último enemigo. Debido a la resurrección, no nos desesperamos cuando perdemos a un ser querido como aquellos que no tienen esperanza (1 Tesalonicenses 4:13-15). Dios nos da la seguridad de que “[s]orbida es la muerte en victoria” (1 Corintios 15:54; cf. Isaías 25:8). Esta victoria gloriosa es nuestra a través de Cristo Jesús, nuestro Señor (1 Corintios 15:57), y nos da la confianza para saber que nuestro trabajo en el nombre de Jesús no es vano (vs. 58).