“No Me Envió Cristo a Bautizar”

El apóstol Pablo escribió su primera epístola a los hermanos en Corinto con el fin de corregir algunas divisiones de las cuales había sido informado (1 Corintios 1:11). Tristemente, el mismo apóstol Pablo, juntamente con otros siervos fieles de Dios (vs. 12), habían sido involucrados indirectamente en tal división. Algunos cristianos en Corinto estaban formando partidos debido a los siervos de Dios que habían realizado cierto ministerio y ejercido cierta influencia en la iglesia. En este contexto de división, Pablo escribió:

Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo? Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado, sino a Crispo y a Gayo, para que ninguno diga que fuisteis bautizados en mi nombre. También bauticé a la familia de Estéfanas; de los demás, no sé si he bautizado a algún otro. Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo (1 Corintios 1:12-17, énfasis añadido).

Estas palabras del apóstol han dejado perplejos a algunos estudiantes de la Biblia. ¿Qué quiso decir Pablo con “no me envió Cristo a bautizar”? ¿Estuvo sugiriendo que el bautismo no es esencial para la salvación o que se lo debe excluir de la predicación del Evangelio? Hoy una gran parte de la comunidad religiosa ha concluido esto mismo,[1] pero el análisis cuidadoso del contexto de este pasaje guía a una conclusión diferente.

EL PROBLEMA DE “PERTENENCIA”

La división de la iglesia en Corinto se expresaba en diferentes partidos a favor de un predicador en particular. Básicamente, “cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo,…Apolos,…Cefas” (vs. 12). Esta frase indica pertenencia. Desde luego, “Yo soy de Cristo” (vs. 12) expresa la pertenencia correcta (vs. 13), la cual el apóstol sostenía (2 Corintios 10:7); “Cristo” no era una facción de Su propia iglesia, y por ende, el contexto posterior no refuta la pertenencia cristiana, sino la fomenta. “Crisóstomo pensó que Pablo mismo dijo esto [yo soy de Cristo—MP] para mostrar que todos los corintios debían considerarse discípulos de Cristo”.[2] William Barclay interpretó este enunciado de la siguiente manera: “Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas—pero yo [Pablo—MP] pertenezco a Cristo”.[3]

Ya que este era un problema de “pertenencia cristiana”, Pablo abordó (1) la naturaleza de tal pertenencia, (2) el precio de tal pertenencia, y (3) la iniciación de tal pertenencia (vs. 13):

  1. La naturaleza de la pertenencia cristiana es unida—Cristo no está dividido. Ya que hay un solo Señor (Efesios 4:5), entonces los hermanos en Corinto solamente pertenecían a ese único Señor—no a Apolos, Cefas o Pablo. Por tanto, no debían tomar partidos por causa de estos siervos.
  2. El precio de la pertenencia cristiana es el sacrificio de Cristo en la cruz. Ya que Cristo fue Quien derramó Su preciosa sangre para que fueran de Él (Hechos 20:28; 1 Pedro 1:18-19), entonces los hermanos en Corinto habían sido adquiridos solamente por Él y ahora pertenecían solamente a Él (1 Corintios 6:20).
  3. La iniciación de la pertenencia cristiana es el bautismo en el nombre de Cristo. Ya que hay un solo bautismo en el Señor (Efesios 4:5), entonces los hermanos en Corinto habían llegado a pertenecer solamente a ese Señor en el cual habían sido bautizados.

La naturaleza de Cristo, el precio que Cristo pagó, y el bautismo en el nombre de Cristo, son argumentos irrefutables y revelan la necedad del partidismo en Corinto. En cuanto al bautismo en Cristo como el acto de iniciación cristiana, Pablo escribió: “[P]orque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gálatas 3:27); “sepultados con él [Cristo] en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos” (Colosenses 2:12); y “[p]orque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo [de Cristo]” (1 Corintios 12:13); y en Romanos 6:3-4, añadió:

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

Por tanto, se debe entender primeramente que Pablo abordó el bautismo en los versículos 14-17, no para restarle importancia en el campo de la salvación, sino debido a su esencialidad en la iniciación y pertenencia cristiana. El contexto general de las Escrituras brinda al bautismo un rol importante en la identificación cristiana, y 1 Corintios 1:13 enfatiza adicionalmente tal importancia. Si se minimiza el bautismo debido a alguna interpretación defectuosa de los versículos siguientes, también se estará minimizando la unidad y el sacrificio de Cristo que se abordan en el mismo versículo.

EL AGRADECIMIENTO DEL APÓSTOL

Hay un aspecto adicional en cuanto al bautismo que es el trasfondo de los versículos 14-17. La naturaleza y el sacrificio de Cristo son factores que se encuentran fuera de toda conexión humana. Cristo es unido en Sí mismo; esta es Su naturaleza inherente, y no hay manera de afectar este hecho eterno. El sacrificio de Cristo es único, y no hay manera de afectar este hecho histórico. Por otra parte, el bautismo tiene un aspecto recurrente, y requiere la participación de los emisarios de Dios. En este sentido, se puede afectar la manera en que los receptores del Evangelio perciben este acto. La división en Corinto (como la confusión religiosa moderna) en cuanto al bautismo prueba este punto; algunos estaban formando partidismos debido a que un siervo prominente había administrado su bautismo. Ellos estaban ignorando el fin del bautismo (Cristo) por el medio del bautismo (el administrador humano). Según esta perspectiva, Pablo estaba agradecido a Dios de que no había bautizado a muchos de los cristianos en Corinto.

El agradecimiento del apóstol Pablo de ninguna manera sugiere que el bautismo es irrelevante, pero sí sugiere que el administrador del bautismo lo es. Es decir, no importaba si el que administraba el bautismo era Pablo, Apolos, Cefas, o algún siervo menos reconocido; importaba el hecho que el bautismo era administrado según la autoridad del Señor (vs. 13; cf. Mateo 28:19; Hechos 2:38).

Aunque Pablo no había bautizado a muchos en Corinto, esto no resta importancia al bautismo debido a las siguientes razones:

  • Pablo no bautizó a muchos, pero bautizó a algunos. En el mismo contexto, Pablo mencionó que al menos bautizó a Crispo, Gayo y a los miembros de la familia de Estéfanas. Si Pablo hubiera considerado el bautismo como un acto innecesario para la salvación, entonces no hubiera administrado el bautismo en absoluto en ciertos casos de conversión (cf. Hechos 18:8; 1 Corintios 16:15).
  • Hechos 18 registra la predicación de Pablo y sus compañeros en Corinto, y tal registro claramente indica que “muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados” (vs. 8, énfasis añadido). Esto revela que el grupo misionero con el cual Pablo viajó a Corinto consideró el bautismo como un acto importante en la salvación como para administrarlo a cada persona que creía en la predicación del Evangelio. La inferencia necesaria es que Pablo también consideraba el bautismo de la misma manera.
  • El agradecimiento de Pablo expresa su alivio (debido a la división presente) de no haber bautizado a muchos personalmente. Es obvio que muchos en Corinto fueron bautizados como resultado de la predicación de Pablo (vea Hechos 18:4,5,9,11,13). Ya que Pablo fue un anunciador principal del mensaje de Buenas Nuevas que guío a la obediencia de los corintios en el bautismo, entonces él, realmente, “bautizó” a muchos, aunque no de manera personal. Este es un caso paralelo a Juan 4:1, donde se registra que Jesús hacía y bautizaba a muchos discípulos, pero a continuación se aclara que realmente “Jesús no bautizaba, sino sus discípulos” (vs. 2). Ya que el mensaje de Cristo guiaba a Sus oyentes al bautismo, incluso cuando Él no realizaba el bautismo con Sus propias manos, se hizo referencia correctamente a Jesús como el Ejecutor del acto mismo. Así como Jesús, Pablo (y probablemente también Pedro—cf. Hechos 10:48) usaba asistentes para administrar el bautismo que su predicación promovía.
  • El agradecimiento de Pablo está modificado por la frase “para que ninguno diga que fuisteis bautizados en mi nombre” (vs. 15). Esta frase revela la razón del agradecimiento apostólico. Los que objetan el rol esencial del bautismo en la salvación del hombre, sugieren indirectamente que Pablo estuvo diciendo: “Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado…ya que el bautismo no es relevante”. Pero esta sugerencia es contextualmente errónea. Pablo estaba agradecido de no haber bautizado personalmente a muchos debido a la división presente; este arreglo sabio en la administración del bautismo muy probablemente evitó que muchos más promovieran partidismos en la iglesia. Un comentarista ha señalado que el agradecimiento apostólico no quiere decir
que al apóstol le desagradaba la ordenanza del bautismo o la administración del mismo; y mucho menos que pensaba que era contrario o malo realizarlo; tampoco le desagradaba la cantidad de personas que deseaban ser bautizadas por él; sino al contrario, se regocijaba en aquellos que se sometían adecuadamente a esto. Pero ya que algunas personas en la iglesia en Corinto abusaban del hecho que habían sido bautizadas por él, Pablo estaba muy agradecido que la providencia lo había ordenado de tal manera, tanto que otros misioneros, sea los que estaban con él o que llegaron después de él, habían bautizado a la mayoría de ellos, y que él no les había bautizado con sus propias manos.[4]

Es obvio que Pablo estaba agradecido por la sumisión al bautismo de los hermanos en Corinto, pero a la vez, estaba agradecido por el hecho que otros lo habían administrado en vez de él—cuyo nombre e influencia estaba siendo pretexto de división.

De este pasaje se puede cosechar una lección valiosa de prudencia evangelística para aquellos en la hermandad que tienen gran influencia y renombre y que realizan viajes misioneros a localidades extranjeras. El bautismo es una parte esencial en el Evangelio que predican (Marcos 16:15-16), pero en lo posible, si hay un predicador o cristiano del área, es mejor que ese predicador/cristiano administre el bautismo, y que el misionero “prominente” no lo haga. Este proceder puede evitar jactancia posterior indebida de parte del nuevo convertido ya que “tal misionero” le bautizó. Además, esto permite que el nuevo bautizado comience a desarrollar una relación más personal con el predicador local quien le instruirá adicionalmente, o con un cristiano que está en la posición de brindarle ayuda espiritual continua.

LA COMISIÓN CRISTIANA

El contexto general de las Escrituras y el contexto inmediato de 1 Corintios 1:17 claramente indican que Pablo no estaba minimizando la importancia del bautismo. Por tanto, un punto importante que se debe tener en cuenta al leer la declaración de Pablo de que Cristo no le “envió a bautizar, sino a predicar el evangelio”, es que la interpretación correcta no puede contradecir el contexto. Entonces, ¿qué quiso decir Pablo?

Una palabra clave en la declaración de Pablo es el término “enviar”, el cual hace referencia a su comisión apostólica. Algunos sugieren que esto hace referencia a su comisión particular en Hechos 26:16, en la cual no se menciona el bautismo; pero este pasaje no revela el contenido general de la comisión apostólica. Sin duda, el apóstol Pablo tenía la misma misión que los otros apóstoles del Señor, así que se debe interpretar el enunciado de Pablo a la luz de la Gran Comisión:

Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:18-20; cf. Marcos 16:15-16).

La Gran Comisión incluye el bautismo como un componente esencial en el discipulado cristiano. “Los participios ‘bautizándoles’ y ‘enseñándoles’ describen la manera en que se hace discípulos. Se comisiona a los creyentes a hacer discípulos al bautizar a los hombres y ponerles bajo instrucción”.[5] Pablo no estaba diciendo que el bautismo no era parte de su comisión; de otra manera, él hubiera actuado sin autoridad delegada cuando bautizó a las pocas personas en Corinto. Él estaba señalando su responsabilidad primaria y directa en su comisión apostólica.

La Responsabilidad Primaria

La Gran Comisión comienza con la proclamación (Marcos 16:15). Sin la predicación, no hubiera medio de generar fe y sumisión al Evangelio a través del bautismo (Marcos 16:16). En este sentido, el bautismo tiene un “orden secundario” a la predicación; es decir, como la fe, el arrepentimiento y la confesión, viene después de o es producido por la predicación.

Aunque era un erudito bautista, George R. Beasley-Murray retó el enfoque común de su denominación en cuanto al bautismo, y registró uno de los entendimientos más perspicaces en cuanto a la declaración de Pablo en 1 Corintios 1:17:

Se debe admitir…que sigue siendo cierto que 1 Co. 1:17 da la impresión de que Pablo somete la administración del bautismo a la proclamación del evangelio. Esto es consiste con la naturaleza del bautismo, ya que el bautismo procede a la proclamación de Cristo y obtiene su significado del evangelio. Vemos que esto es implícito en la Gran Comisión. “Haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos…” supone la prioridad de predicar el evangelio y la necesidad de la fe. El Señor ordenó que se ejecute la respuesta de la fe en el bautismo; esto a la vez supone que, según la voluntad de Dios, se debe incluir la respuesta bautismal en la declaración del evangelio. Sin embargo, el evangelio al cual se responde es las buenas nuevas de Cristo, el mensaje que se escucha y que despierta la fe (Ro. 10:17). Desde este punto de vista, se puede decir que la insistencia de Pablo de que fue enviado a predicar, en vez de bautizar, ¡refleja su conciencia de la prioridad esencial de su trabajo para que haya algún bautismo en absoluto! De ser así, este es un asunto de orden… El bautismo es secundario a la proclamación, en el sentido que depende de ella y se expresa en ella; pero es la forma divina en que la fe se apropia del evangelio y Dios se apropia del creyente; nunca se puede decir que tiene una importancia secundaria… [E]l bautismo es el complemento del evangelio. Lo primero no tiene valor solamente si se ignora lo segundo.[6]

Según el orden de la Gran Comisión, la predicación precede y produce la fe que se expresa en la obediencia a través del bautismo. Entonces, existe una diferencia entre la predicación de y la administración de; el esfuerzo primario de Pablo era “predicar el Evangelio”, lo cual, a su vez, no excluía el bautismo.

La Responsabilidad Directa

No obstante, existe otro elemento en la Gran Comisión que clarifica adicionalmente el enunciado de Pablo: la responsabilidad que corresponde y es exclusiva del anunciador del Evangelio.

El bautismo es un componente completamente esencial en la comisión cristiana y la recepción de la salvación (Mateo 28:19; Marcos 16:16; Hechos 2:38; Gálatas 3:27; Romanos 6:3-5; 1 Pedro 3:21; et.al.), pero se encuentra fuera del poder y la habilidad del predicador generar independientemente su ejecución—como también es el caso de la fe, el arrepentimiento y la confesión. Es decir, aunque el predicador tiene la capacidad y mandato de predicar, y aunque la Palabra tiene la capacidad de producir fe y obediencia, esto solamente se puede lograr en un corazón bueno, blando y fértil (cf. Mateo 13:1-9,18-23). En la Gran Comisión, los delegados de Cristo tienen el deber de predicar y proveer ayuda adicional para que los hombres lleguen a ser discípulos de Cristo a través de la fe y el bautismo; los receptores de la Palabra tienen el deber de oír el mensaje, creerlo y actuar basados en su fe.

Dios nunca ha demandado o esperado que Sus siervos logren algo que está fuera de sus capacidades (cf. 1 Corintios 10:13), y esto también se aplica a la Gran Comisión. Pablo recibió la Gran Comisión de Cristo para predicar a los gentiles (Hechos 9:15), pero oír el mensaje (Hechos 14:4), arrepentirse de sus pecados (Hechos 17:30), confesar el nombre de Cristo (Romanos 10:10) y ser bautizados para remisión de los pecados (Hechos 18:8) eran la responsabilidad exclusiva y directa de los oyentes. Aunque Pablo tenía el mandato de predicar y ayudar a los oyentes en el proceso de conversión y obediencia, no podía ni estaba obligado a oír, creer, arrepentirse y bautizarse por ellos, ni estaba obligado a forzarles a realizar tales acciones.

La Gran Comisión demandaba que Pablo predicara el bautismo como una parte esencial, pero no demandaba como su responsabilidad directa que produjera el bautismo o administrara el bautismo personalmente; de otra manera, él hubiera fracasado en su comisión cada vez que el oyente decidía no someterse al bautismo (cf. Lucas 7:30) o cada vez que él no lo administraba con sus propias manos. Por tanto, Pablo pudo decir correctamente que “Cristo no le envió a bautizar” sin implicar alguna falta de importancia o rechazo en cuanto al bautismo.

CONCLUSIÓN

No se debe usar 1 Corintios 1:17 para sugerir que Pablo despreciaba el bautismo como un elemento esencial en la comisión cristiana o en la salvación humana. El contexto general e inmediato clarifican que Pablo consideraba con reverencia suprema el tema del bautismo, a tal punto de relacionarlo directamente al sacrificio de nuestro Señor y Su sangre preciosa, como también a Su resurrección gloriosa (cf. Romanos 6:3-4). Minimizar el bautismo es equivalente a minimizar las verdades más fundamentales y preciosas del Evangelio; por ende, invalidando el mismo Evangelio (1 Corintios 15:1-4). Se puede resumir las verdades aprendidas en este pasaje en los siguientes puntos que un escritor ha sugerido:

  1. Pablo había enseñado a la gente en Corinto que fuera bautizada. Él hizo referencia al bautismo varias veces en esta carta.
  2. Ellos habían sido bautizados en el nombre de Cristo, no en el nombre de Pablo (vs. 13).
  3. Pablo había bautizado a algunos de ellos con sus propias manos.
  4. La única razón por la cual Pablo estaba agradecido de no haber bautizado a todos ellos era con el fin de “que ninguno diga que fuisteis bautizados en mi nombre” (vs. 15).[7]

[1] E.g., Geisler, Norman y Thomas Howe (1992), Cuando los Críticos Preguntan [When Critics Ask] (Grand Rapids, MI: Baker), p. 428.

[2] Citado en Macknight, James (1969), Epístolas Apostólicas con Comentario y Notas [Apostolical Epistle, with Commentary and Notes] (Grand Rapids, MI: Baker), 2:22.

[3] Barclay, William (2002), La Nueva Biblia de Estudio Diario: La Carta a los Corintios [The New Daily Study Bible: The Letters to the Corinthians] (Louisville, KY: John Knox), p. 19, itálicas en original.

[4] Gill, John (sine data), Exposición sobre la Biblia Completa de John Gill [John Gill’s Exposition of the Entire Bible], sobre 1 Corintios 1:14 (E-sword).

[5] De Ridder, Richard (1971), Haced Discípulos a las Naciones [Discipling the Nations] (Grand Rapids: MI: Baker), p. 190, itálicas en original.

[6] Beasley-Murray, George (1962), El Bautismo en el Nuevo Testamento [Baptism in the New Testament] (Devon, RU: MacMillan/Paternoster), p. 180, itálicas en original.

[7] Rice, John (2000), El Bautismo de la Biblia [Bible Baptism] (Murfreesboro, TN: Sword of the Lord), p. 20.