No Más Excusas

Como padre y maestro, tengo conocimiento de las preguntas que muchos presentan como un medio de absolverse de cualquier responsabilidad ante Dios. “¿Qué acerca de los pobres aborígenes inocentes en Australia? ¿Enviará Dios realmente a esos “pobres aborígenes inocentes” al infierno—aun cuando ellos nunca han oído las Buenas Nuevas de Jesucristo? Además, ¿realmente enviará a millones de gente “inocente” al infierno simplemente porque no han oído el Evangelio?”. Aunque no juzgaré los motivos de las personas que hacen tales preguntas, me inclino a pensar que frecuentemente se usa estas clases de preguntas como una táctica de desviación o escape para no someterse humildemente al Dios Todopoderoso.

Esto es lo que pienso enseñar a mis hijos en cuanto a estas clases de preguntas.

Primero, nunca he conocido a un “pobre aborigen inocente” de Australia o de algún otro país. La palabra clave es “inocente”. Esta palabra sugiere que tal persona nunca ha pecado y por ende no tiene necesidad de la sangre perdonadora de Jesucristo. La Biblia claramente indica que “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23; cf. 1 Juan 1:8-10). Así que podemos estar seguros que todas las personas que han llegado a la edad de responsabilidad han pecado en un punto de sus vidas, han cometido un acto que les separa de Dios (Isaías 59:2).

Segundo, el hecho triste es que hay mucha gente en este planeta que nunca ha oído el Evangelio. Aunque la Biblia indica que los hombres en el tiempo pasado oyeron las Buenas Nuevas (Colosenses 1:23; Mateo 24:14), sabemos hoy que han pasado muchas generaciones desde esas declaraciones. La población ha crecido continuamente, pero tristemente el celo y los esfuerzos evangelísticos de muchos cristianos han decrecido. (Uno de los problemas es la apatía—algo por lo cual daremos cuenta).

Entonces ¿qué hay del pobre aborigen “pecador”? ¿Tiene un boleto gratis al cielo? No. La Palabra que Dios inspiró indica que el pecado nos separa de Dios, y por ende los aborígenes también están separados de Dios. Pero, teniendo en cuenta otra vez la palabra “inocente”, ¿son ellos realmente inocentes? ¿Pudieran las tribus de indios, o niños criados en una cultura predominantemente hindú, crecer en este planeta sin nunca ver evidencia de un Ser Supremo? En otras palabras, ¿puede alguien saber que Dios existe sin que se le enseñe este hecho? Otra vez, creo que la Biblia también aborda este punto.

En Romanos 1:18-20, Pablo habló de la ira de Dios sobre los injustos. En los versículos 19-20, escribió, “[P]orque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (énfasis añadido). Pablo estaba diciendo a los cristianos en Roma que se han podido ver claramente los atributos invisibles de Dios desde la creación del mundo. Luego enfatizó que incluso se puede entender Su eterno poder y deidad. Pero noten la última frase: “…de modo que no tienen excusa”.

Aunque mucha gente tratará de excusar su ignorancia en el Día del Juicio, Pablo dice que ¡esto no funcionará! No es suficiente decir a Dios, “Si solamente hubiera sabido. Si solamente Tú me hubieras dado una señal”. ¡Pablo estaba revelando que aquellas señales han estado presentes literalmente desde la creación! Esencialmente, Pablo ha quitado la excusa que millones de personas esperan que funcione en el Gran Día.

Esta verdad no me da ningún placer, y ciertamente no es una verdad fácil de aceptar. De hecho, creo que coloca una carga tremenda sobre aquellos que conocemos la verdad. Desde que ustedes eran pequeños, les he enseñado que su meta número uno en la vida (sobre todas las demás) es llegar al cielo. La segunda meta en la vida que trato de inculcarles es que deben llevar tantas personas como sea posible. Solamente cuando nos demos cuenta cuántas personas alrededor nuestro están en una condición perdida comprenderemos completamente la importancia de esta meta.

Como evidencia adicional que se puede conocer a Dios, el salmista inspirado observó, “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmos 19:1). La implicación es que se puede conocer la existencia de Dios a través de Su creación.

De estos puntos simples, podemos saber que todos los seres humanos han pecado, y que nuestras iniquidades nos separan de Dios. Además, podemos saber que se puede conocer la existencia y el poder deDios a través de Su creación. Sí, muchas personas (como los ateos militantes) rechazarán esta verdad, pero esto no niega este hecho. Una vez más, ¿qué hay de aquella persona que vive en un lugar remoto de algún país del tercer mundo, o de los millones que nunca han obedecido a la verdad? ¿Cuál es su destino? ¿No tienen esperanza?

Debemos ir a la Palabra de Dios para responder esta pregunta. En Deuteronomio 4:29 Moisés escribió, “Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma”. Jeremías 29:13 confirma esta declaración: “[M]e buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”.

Claramente, el texto indica que si realmente se busca a Dios, entonces se le hallará. Creo firmemente que aquí es donde los cristianos fieles deben actuar diligentemente. A través de las acciones (financiamiento y envío de misioneros a otros países), la impresión (revistas, folletos, cursos de estudio) y los medios de comunicación (el Internet, la radio y la televisión), podemos estar allí para aquellos que están buscando a Dios.

El punto central es que no hay adultos inocentes en el planeta. El pecado separa a la gente de su Creador. Sin embargo, se puede conocer a Dios, y aquellos que le buscan, le hallarán. ¿Cómo afectará estas verdades sus acciones diarias?

Con amor, papá.