El Buen Pastor

Jehová es mi pastor; nada me faltará (Salmos 23:1).

Probablemente después de Juan 3:16, este versículo (con muy buena razón) está entre los más conocidos de la Biblia. Es un pensamiento alentador hoy para nosotros—como lo habrá sido para David, el autor de este salmo—saber que el Señor nos cuida y tiene nuestro bienestar en mente todo el tiempo. El salmista escribió acerca del misterio del amor profundo de Dios hacia el hombre (Salmos 8:4; 144:3), y este amor sobrepasa el entendimiento de Sus hijos incluso en la actualidad. Aunque las razones del amor de Dios hacia el hombre yacen más allá de nuestra capacidad humana de comprensión, este amor debería causar que correspondamos al amor de Dios (1 Juan 4:19).

En Juan 10:1-21 Jesús comparó el amor de Dios por Sus hijos con el amor del pastor por sus ovejas. Como Jesús señaló en esta parábola, no hay nadie en el cielo o en la Tierra que pueda amar a los hijos de Dios de la manera que Él les ama. De hecho, el amor de Jesús por las “ovejas” es tan grande que Él estuvo dispuesto a entregar Su propia vida física por ellos (Juan 10:15). ¡Es remarcable el hecho que los judíos en Su audiencia, a quienes se había confiado la Palabra de Dios (Romanos 3:2), no entendieran lo que Jesús estaba tratando de enseñarles en esta ocasión (Juan 10:6)! Sin embargo, el Espíritu Santo, el Consolador que Jesús prometió que enviaría para recordar a Sus discípulos lo que les había enseñado durante Su ministerio (Juan 14:26), también les recordaría estas palabras. El hecho que esta promesa se cumplió es evidente especialmente en las enseñanzas del apóstol Pedro, quien escribió: “Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas” (1 Pedro 2:25). En la misma epístola, leemos: “Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 Pedro 5:4, énfasis añadido). En ambos textos, Pedro claramente identificó a Jesús como el Buen Pastor. Es razonable pensar que, en algún momento durante la conversión de Cornelio, el Espíritu Santo hubiera recordado a Pedro estas palabras: “También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor” (Juan 10:16). ¡Es una seguridad hermosa saber que tenemos un pastor que estuvo dispuesto a dar Su propia vida para que tengamos vida, y vida en abundancia (Juan 10:10)! Como Jesús dijo en otro pasaje, ¡“nadie…puede arrebatar[nos] de la mano de [Su] Padre” (Juan 10:29) mientras que continuemos oyendo la voz del Pastor y siguiéndole (Juan 10:27)!